jueves, 27 de octubre de 2011

Música del otro lado (II). Los "locos" 80. Information Society, Propaganda, Classix Nouveaux, Marc Almond, OMD, Adam and the ants, David Bowie

Ponerse a trastear en YouTube nos puede deparar muchas sorpresas si nos atrevemos a invocar ciertos fantasmas musicales. En plena adolescencia escuchába(mos) a unas bandas que muy poco tienen que ver con los gustos de nuestros hijos mayores. Con el tiempo, me sorprende descubrir el extremado amaneramiento de que hacían gala algunos cantantes, las ropas extravagantes, el descaro ilimitado, irreverente...  Bien se puede decir que se trataba de unos "años locos", de insolencia desenfrenada, cuando todo valía y con todo se experimentaba: nuevos ritmos y melodías, música y sonidos electrónicos, repetitivos, pegadizos... Mientras los gustos musicales de mis hermanos iban de Joan Baez a Carole King, de Hilario Camacho a Silvio Rodríguez, pasando por Quilapayún, Paco Ibáñez, Mocedades, Jarcha, Cecilia, Nuestro Pequeño Mundo, Serrat, Aute... , abarcando toda la gama que va del folk a la canción melódica, o a la protesta y comprometida, los míos seguían un curso muy diferente, ante la sorpresa (y preocupación) de todos. ¿Sería conflicto generacional? No lo sé. Desde luego, debo reconocer que la música y la adscripción a un determinado estilo (pop, tecno-pop, rock, heavy, punk, mod...) proporcionaban una marca de clase, la pertenencia a un grupo con todo lo que ello conlleva de rito iniciático y un tanto sectario.

He seleccionado algunas canciones; ni son todas ni siquiera las mejores. Las de Information Society y Soft Cell tampoco son las versiones originales. Pero ahí quedan, como una pequeña muestra.



Running (Information Society, 1985)



P-Machinery (Propaganda, 1985)


Never again (Classix Nouveaux, 1982)



Torch (Soft Cell, 1981)



Electricity (Orchestral Manoeuvres in the Dark (OMD), 1980)


Ant music (Adam and the ants, 1980)

 

Ashes to ashes (David Bowie, 1980)



Modern love (David Bowie, 1983)



miércoles, 26 de octubre de 2011

Un paseo por la memoria. Ruta por el parque de Caramuel y las sacramentales organizada por GEFREMA (23 de octubre de 2011)

El Puente de Segovia en 1939
A menudo, mi madre contaba una anécdota que le sucedió durante la guerra. Debió ser en los primeros meses de 1937, cuando se alojó en su casa una familia de evacuados que se vieron obligados a abandonar su hogar por la proximidad del frente. Como era habitual, salían a diario a hacer colas en los repartos de comida, y en una de esas salidas cruzaron el Manzanares, subieron por la carretera de Extremadura y, poco antes de la Puerta del Ángel, enfilaron a la izquierda hasta llegar a una casa bombardeada. Entre las dos, cargaron con una viga de madera que, una vez astillada, les serviría para calentarse durante algún tiempo. Satisfechas por el botín adquirido, se disponían a regresar a la calle de San Isidro cuando unos milicianos les cortaron el paso. Insensibles a las protestas de la mujer, que juraba y perjuraba, con lágrimas y lamentos (fingidos), ser propietaria de la viga y de la casa destruida, tuvieron que dejar el tesoro donde lo encontraron y desandar el camino hasta casa.
Casualmente, poco más de 20 años después de aquella historia que mi madre recordaba sonriendo y sin asomo de amargura, mis padres se compraron un piso en ese mismo barrio. Y allí viví yo hasta 1997.

Y más casualidades.

El Grupo de Estudios del Frente de Madrid (GEFREMA para los amigos) organizó una visita ayer domingo por los restos que quedan del frente en parte del arco suroeste de Madrid capital, concretamente las sacramentales y el parque de Caramuel. Cuando nos enteramos de la convocatoria, Carmen y yo nos apresuramos a hacernos socios de Gefrema, requisito imprescindible para participar en las rutas, idea que llevábamos tiempo acariciando, deseosos de abordar la Guerra Civil desde una perspectiva histórica lejos del academicismo de camarilla y de la memoria histérica-partidista. La alternativa a estas dos maneras de aproximarse al asunto es el estudio de los hechos puros y duros, y nada parece más sólido en una guerra que el hormigón de un fortín, un muro ametrallado o una trinchera excavada en el suelo.

Mecado Tirso de Molina con el
escudo republlicano
La experiencia fue gratificante, no tanto por los restos descubiertos, como por el ambiente que se respiró toda la mañana, aportando cada cual sus pocos o muchos conocimientos e intercambiando datos y lecturas con la misma objetividad y desapasionamiento que si se tratara de un seminario sobre las guerras del Peloponeso. Y eso se agradece.


Lo que perece ser aspillera y restos de impactos
en el muro del cementerio
de San Justo

Fortín medio enterrado en el
parque de Caramuel
Comenzó la gira en el metro de Puerta del Ángel con una afluencia importante, pues unas 30 personas ocupando la calle a a las nueve y media de la mañana de un domingo sin nada que reivindicar es, por lo menos, curioso. El guía, José Ignacio, nos facilitó un dossier con fotografías, planos y noticias que ilustraban punto por punto todo lo que íbamos a ver, desde curiosidades como el escudo de la República en el frontón del mercado de Tirso de Molina, levantado en 1933 y del que nadie se percató cuando Regiones Devastadas reconstruyó el barrio después de la guerra, hasta los restos enterrados de un fortín en los jardincillos de una vivienda del Paseo de la Ermita del Santo (dato aportado por José Sánchez Díaz, vecino del barrio y miembro de Gefrema), pasando por la Quinta de Goya y la mención a la estación del ferrocarril de vía estrecha del mismo nombre del que partía un tren blindado que tuvo parte activa en la guerra de minas que se desarrolló en el sector durante la Batalla de Madrid, y los restos algo más evidentes de otro fortín en un terraplén del parque de Caramuel.

De allí pasamos al Barrio de Goya donde Jacinto M. Arévalo, autor de una monografia sobre trenes blindados, aprovechando que estábamos (Calle Sepúlveda) en el trayecto del ferrocarril del vía estrecha, habló sobre ese tipo de armamento utilizado antes de nuestra guerra, e incluso en la II Guerra Mundial. Cruzando el barrio de Goya, del que apenas quedan un par de casas de la época, llegamos a las sacramentales, en cuyos muros se conservan restos de aspillera (o troneras) desde las cuales se hacía fuego sobre las líneas enemigas. En los románticos y ostentosos mausoleos que abundan en esas grandes necrópolis (San Justo, San Isidro y Santa María), levantadas durante la primera mitad del siglo XIX, también se pueden ver impactos de proyectiles. Pasamos por delante del cementerio inglés, que luce un precioso escudo del imperio británico, atravesamos el frente nacional establecido en General Ricardos para visitar el último cementerio (San Lorenzo y San José) y finalizar la ruta en la cervecería de la Cruz Blanca, en Marqués de Vadillo, con el cielo plomizo y amenazante, hablando de Brunete, las brigadas internacionales, Martínez Bande, esperando encontrarnos de nuevo en la próxima ruta por la Casa de Campo.

Un panteón del cementerio de
San Isidro, con impactos de bala
Cementerio de "los ingleses"
Fue un auténtico paseo por la memoria, por los recuerdos de mi infancia en ese parque de Caramuel (entonces todo el mundo lo conocía como Los Pinos), donde jamás habría imaginado que un nido de ametralladoras apuntara hacia el Barrio del Lucero o Los Cármenes; el tren de vía estrecha, desmantelado en 1970, y del que difícilmente me puedo acordar, aunque conservo aún un resto de memoria auditiva pues juraría haber escuchado las noches tórridas de verano, siendo muy niño, cuando el insomnio se apodera de uno, su cansino silbido y traqueteo; las moreras de la Vía Carpetana, en los muros del cementerio, donde mi padre nos llevaba a recolectar sus hojas en la temporada de los gusanos de seda; el mismo cementerio de Santa María, donde descansa mi abuela Obdulia, y donde se parapetaban los soldados durante la Batalla de Madrid...

Lápida de la tumba de mi abuela
en el cementerio de Sta. María
Lo que no conseguí identificar jamás es el lugar exacto en que se encontraba la casa destruida de la que pretendieron llevarse una viga de madera mi madre y aquella mujer.

viernes, 21 de octubre de 2011

El ¿fin? del terror.

Perdóneme la Redacción  de El País por robarle (modificándole) el titular del día. Porque ¿ciertamente nos hallamos frente al final del terror? Más bien creo que se trata de un cambio de matiz de la eterna tiranía.

La semana realmente ha sido un desastre para la causa de la libertad, se mire por donde se mire. Y solo me refiero a cuatro casos de los muchos que podríamos citar.

En primer lugar, las huelgas en el sistema educativo público. Ya hablé en su día de aquello, por lo que no me quiero repetir.

En segundo lugar, la liberación del soldado israelí Gilad Shalit a cambio de la excarcelación de unos 400 presos de Hamas o de alguna franquicia del mismo jaez. Pecando de extremadamente generoso (y un tanto ingenuo), podría conceder que la inmensa mayoría de los mismos (¿80 %, o sea, 320?) fuesen ciudadanos ejemplares, probos e inocentes. Hablamos entonces de la puesta en libertad de unos 80 terroristas dispuestos a matar y con el fin último de destruir el Estado de Israel.

En tercer lugar, lo que nos han vendido como final de la banda terrorista ETA. Uno espera, qué sé yo, una pública petición de perdón a los familiares de los casi mil asesinados, una masiva entrega de armas y del dinero recaudado por métodos mafiosos o concedido de forma incomprensible por el Estado, una puesta en manos de la justicia de todos los terroristas y sus cabecillas..., en fin: una rendición como Dios manda, es decir: incondicional. Una rendición con condiciones es una contradicción in terminis y el augurio de la reanudación del conflicto a corto plazo.

Y, en último lugar, el asesinato de Muamar el Gadafi a manos de los rebeldes libios. Lejos de ser una buena noticia, refleja hasta qué punto el mundo está claudicando de los principios más elementales y le cuesta horrores aprender de los propios errores. Cierto que Gadafi era un tirano loco y extravagante, pero.. ¿y los rebeldes libios? ¿quién nos asegura que las cosas van a cambiar cuando se hagan definitivamente con las riendas del poder? Mantener en vida al tirano mientras los gobernantes in pectore se adentran en la espesura del disparate nazionalislámico plantearía cuestiones bastante incómodas a todos aquellos que, desde un Occidente aletargado y medio lelo, aplauden y sonríen a los jóvenes 2.0 protagonistas de esta primavera de los pueblos musulmana. ¿Es que ya no nos acordamos del fusilamiento estúpido del Zar y su familia cuando Rusia salía del marasmo y empezaba a practicar ciertas formas democráticas y parlamentarias? El éxito obtenido con el asesinato de Gadafi... ¿no provocará un serie de tiranicidios en cadena?

Se acaba la semana y parece que el otoño quiere empezar. El domingo 23 haremos una visita por la línea del frente que se estableció en mi barrio durante la guerra civil. Ya os contaré


miércoles, 19 de octubre de 2011

John Galt al habla


EL ferrocarril, con su simbolismo
juega un importante papel en
la novela
En la segunda parte de La rebelión de Atlas, y a lo largo de 61 páginas, prácticamente todo el capítulo titulado "John Galt al habla", Ayn Rand (1905-1982) expone lo que será su filosofía: el Objetivismo. Se trata de un discurso pronunciado en la radio por J. Galt. La propia autora confesó que invirtió bastante tiempo en su redacción. Y no lo dudo.

Sirviéndose de técnicas de la literatura admonitoria, profética; con oraciones cortas, sentenciosas y contundentes, intenta sintetizar toda la ideología que alienta La rebelión... y sus novelas anteriores. Evidentemente, se repite en muchas ocasiones, pues su intención es didáctica, persuasiva, pero toca todos los palos que le interesan. También se puede tachar de pegote inverosímil a un discurso radiado a toda la nación de tres o cuatro horas de duración, al más puro estilo castrista. Pero esa fue una elección de A. Rand que en nada empaña el sentido último de la obra.

Franklin D. Roosevelt (1933-1945)
Harry S. Truman (1945-1953)
Quisiera destacar la rendida admiración de Rand por el país que la acogió, aunque se percibe su disconformidad con la deriva socializante de los gobiernos sucesivos de los demócratas Franklin D. Roosevelt (1933-1945) y Harry S. Truman (1945-1953), durante los cuales se gestó y redactó La rebelión de Atlas (1957). Esta admiración o agradecimiento no es muy común entre aquellos que se refugiaron en Estados Unidos huyendo de las tiranías nazi y soviética.

Sobre la moral, el conocimiento y la realidad

"Aprended a distinguir la diferencia entre errores de conocimiento y quebrantamientos de la moralidad. Un error de conocimiento no es una falta moral, siempre y cuando os mostréis dispuestos a corregirla; sólo un místico juzgará a los seres humanos según la norma de una omnisciencia imposible y automática. Pero un quebrantamiento de la moralidad es la elección consciente de una acción que sabéis mala, o la voluntaria evasión del conocimiento, una suspensión de la vista y del pensar. Aquello que no conocéis no resulta acusación moral contra vosotros; pero lo que rehusáis conocer es una cuenta infamante que va creciendo en vuestra alma. Podéis permitiros cuantos errores de conocimiento queráis; pero no perdonéis o aceptéis ningún quebrantamiento de la moralidad. Otorgad el beneficio de la duda a aquellos que ansían saber; pero tratad como asesinos potenciales a quienes, con insolente depravación, os formulan exigencias, proclamando no poseer ni buscar razones; afirmando que "sólo las sienten", o a aquellos que rechazan un argumento irrefutable diciendo: "Sólo es lógica", lo que significa: "sólo es realidad". El único reino opuesto a la realidad es el reino y premisa de la muerte" (P. 1093)

Sobre la propiedad y su defensa

"La fuente de los derechos de propiedad es la ley de la causalidad. Toda propiedad y todas las formas de riqueza son producto de la mente y el trabajo del hombre. Del mismo modo que no pueden existir efectos sin causas, tampoco puede existir la riqueza sin su fuente: la inteligencia. Pero no puede forzarse a la inteligencia a trabajar. Quienes poseen la facultad del pensamiento, no trabajarán por obligación, y si lo hacen no producirán mucho más que el precio del látigo necesario para mantenerles en la esclavitud. No podéis conseguir los productos de esa mente, excepto cuando su propietario consiente en utilizarla por trato o por aceptación voluntaria. Cualquier otra política humana hacia la propiedad del hombre es política de criminales, no importa cuál sea su número. Los criminales son salvajes que actúan a corta distancia y que mueren de hambre cuando su presa consigue escapar, del mismo modo que vosotros os morís de hambre hoy día. Vosotros, los que creéis que un crimen puede ser "práctico" si el gobierno decreta que robar es legal y resistirse ilegal.
La única misión adecuada de un gobierno es proteger los derechos humanos, lo que significa proteger al hombre de la violencia física. Un gobierno adecuado es sólo un policía que actúa como agente de la defensa humana, y como tal, sólo puede recurrir a la fuerza contra quienes empiecen a hacer uso de ella. Las únicas funciones propias de un gobierno son: la policía para protegeros de los criminales; el ejército para protegeros de los invasores extranjeros y los tribunales para proteger vuestra propiedad y contratos de quebrantamientos por fraude, y arreglar disputas mediante reglas racionales y según una ley objetiva. Pero un gobierno que inicie el empleo de la fuerza contra hombres que no imponen a nadie, el empleo de la coacción armada contra víctimas indefensas, es una máquina infernal de pesadilla, diseñada para aniquilar la moralidad; tal gobierno invierte su propósito y del papel de protector pasa al de enemigo mortal del hombre; del papel de policía, al de criminal investido del derecho de la violencia contra víctimas privadas del derecho a la autodefensa. Semejante gobierno substituye  la moralidad con la siguiente regla de conducta social: podéis hacer lo que queráis a vuestro prójimo, siempre que vuestros medios sean más fuertes que los suyos" (P. 1096-1097)

Sobre los "saqueadores"

"Hablo a quienes desean vivir y recuperar el honor de su alma. Ahora que ya sabéis la verdad acerca de vuestro mundo, dejad de apoyar a vuestros destructores. El mal que os aflige sólo ha sido posible por vuestra aprobación del mismo. Retiradla. Retirad vuestro apoyo. No intentéis vivir según las condiciones de vuestros enemigos ni ganar en un juego del que ellos establezcan las reglas. No busquéis el favor de quienes os han esclavizado; no solicitéis limosna a quienes os robaron, ya sea en forma de subsidios, de préstamos o de empleos; no paséis a figurar en su grupo para resarciros de lo que han robado, ayudándoles a robar a vuestro prójimo. No es posible esperar, conservar la propia vida, aceptando sobornos que condonen la propia destrucción. No os esforcéis en obtener beneficios, triunfos o seguridad, al precio de un gravamen sobre vuestro derecho a la existencia. Semejante gravamen no puede ser pagado; cuánto más dinero entreguéis, más os exigirán; cuanto mayores los valores que anheléis o consigáis, más vulnerables seréis. El suyo es un sistema de chantaje blanco, ideado para dejaros sin sangre, pero no por vuestros pecados, sino valiéndose de vuestro amor a la existencia.
No intentéis elevaros sobre las condiciones de los saqueadores o ascender una escalera sostenida por ellos. No permitáis que vuestras manos toquen el único poder que les mantiene en el mismo: vuestra ambición de vivir... Puesto que sois cautivos, actuad como tales; no les ayudéis a pretender que sois libres. Convertíos en ese silencioso e incorruptible enemigo al que temen. Obedeced cuando os fuercen a ello, pero nunca de manera voluntaria. No deis un paso por propia iniciativa en su dirección, ni expreséis un deseo, un ruego o un propósito. No permitáis que el atracador asegure actuar como amigo y bienhechor vuestro. No ayudéis a vuestros carceleros a creer que su cárcel es vuestro estado natural de existencia. No les ayudéis a desfigurar la realidad. Esa desfiguración es el único dique que contiene su secreto terror, el terror de saber que no están en condicones para vivir; eliminadlo y dejad que se ahoguen; vuestra aprobación constituye su único salvavidas...
Cuando el Estado de los saqueadores se hunda, privado de sus mejores esclavos; cuando su caída le reduzca a un caos impotente, como las naciones de Oriente corroidas por el misticismo, y se disuelva en pandillas de ladrones, luchando por robarse entre si; cuando los abogados de la moralidad del sacrifico perezcan junto con su ideal, aquel día nosotros volveremos" (P. 1100-1101)

Sobre los Estados Unidos


"Este pais, producto de la razón, no podía sobrevivir a la moralidad del sacrificio. No ha sido levantado por hombres que buscaran la propia inmolación o la ayuda de nadie. No puede vivir basándose en esta mística separación que ha divorciado el alma humana de su cuerpo; no podía alentar según la mística doctrina que condenaba a la tierra como mala y a los que triunfaban en ella como seres depravados. Desde el principio este pais constituyó una amenaza para el antiguo gobierno de los místicos. En la brillante explosión del cohete de su juventud, esta nación desplegó ante un mundo incrédulo toda la grandeza posible al hombre y la felicidad alcanzable en la tierra. Había que elegir entre una cosa y la otra: América o los místicos. Los místicos lo sabían y vosotros también. Les dejásteis infectaros con la adoración de la necesidad y este pais se convirtió en un gigante de cuerpo, con un enano pedigüeño como alma, mientras su alma verdadera quedaba enterrada para trabajar y alimentaros en silencio, sin nombre, sin honor, totalmente negada..." (P. 1095)


martes, 18 de octubre de 2011

20 de octubre de 2011. Huelga en la enseñanza primaria madrileña

Acabo de asistir a una "reunión informativa" sobre la situación de la enseñanza pública en Madrid y las "propuestas de actuación" de los "sectores implicados" en la misma, para lo cual he tenido que salir disparado del trabajo si quería llegar a tiempo, con lo que debería recuperar cerca de una horita. Entre esos "sectores implicados" no he identificado a ningún profesor; miento: entró una maestra (perdón) que no pudo o no quiso abrir la boca. La voz cantante la llevaban miembros de las asociaciones de madres y padres (ampas) del colegio de mi hijo y del instituto más próximo. La verdad, yo me pierdo con las siglas y con todos los grupos que pululan alrededor de la pura y dura educación de los niños, pero he llegado a unas cuantas conclusiones:

El grueso de la propuesta se centra en la ampliación del número de horas de trabajo de los enseñantes sin un aumento proporcional de su sueldo. Sería una reivindicación justa y lógica siempre y cuando no hubiera muchísima gente en la misma situación; es más: la justicia y la lógica de semejante reclamación se desvanece ante la, esa sí, penosa situación de los cinco millones de parados.

Menudearon los ataques feroces e injustificados a la enseñanza privada y concertada. La "ponente" más apasionada, con una voz entrecortada por la emoción, llegó a temer que el objetivo de la "Instrucción" emanada por la Consejería de Educación era "hacernos comulgar con la Iglesia Católica" [sic]. Mi amigo Luis fue, incluso, un poco más allá. Después de suplicar una participación más directa de los padres (y madres) en todas las "jornadas de protesta" convocadas y por convocar, alegando que sus obligaciones familiares (cumpleaños de sobrinos, atención debida a su suegra...) le impedían acudir a todos los actos, pidió la eliminación de cualquier tipo de enseñanza que no fuera la pública [sic sic y sic].

Por último, pero no en último lugar, la tensión que flotaba en el ambiente se hizo palabra, !y qué palabras! Por fin se atrevieron a nombrar a la bicha bicéfala: la segunda mayoría absoluta de Esperanza Aguirre y el ogro neo-liberal que amenaza con ahogarnos.

Acabáramos...

domingo, 16 de octubre de 2011

Anatomía del saqueador



Los vemos pulular a nuestro alrededor y pocas veces detectamos su presencia.

Derrochan amabilidad y comprensión. A veces incluso comparten tus manías y excentricidades, tus filias y tus fobias, se compadecen de tus penalidades, y se enojan contigo ante las injusticias padecidas.

¿Cómo distinguirlos de la buena gente? Es complicado. Sus enormes dotes camaleónicas les ayudan a envolvernos: nos dicen lo que quermos oir cuando queremos oirlo y ordeñan nuestras opiniones y juicios. De sus labios nunca escucharemos algún comentario comprometido, una crítica atrevida, un pensamiento propio y original. Son como un eco que devuelve tus palabras y, además, te da una palmada en la espalda.

A mí todavía me siguen embaucando.

Pero bueno, mis escasas habilidades sociales son proverbiales y, a modo de consuelo de tontos, me digo que esa es mi manera de ser y no me creo capaz de asumir otra.

De todas formas y, como decía aquel, sin ánimo de agotar el asunto, vayan algunas características de dicho personaje:

1. Hablará mal de la gente siempre y cuando tú lo hagas. Por lo tanto, evita las críticas.

2. Es de natural chismoso, murmurador y cizañero: su poder reside en la división de los que considera sus adversarios. La información que maneja la extrae, a veces, de manera sutil

3. Procurará segar la hierba bajo tus pies. Nunca le proporciones más información que la evidente y necesaria. Tus proyectos y planes, así como tus temores y esperanzas, son solo tuyos, y a nadie más que a ti y a tus más íntimos interesan. ¿Cómo comprobarlo?: él jamás te hará partícipe de los suyos; es más, estos, por lo general, caerán sobre ti de la manera más insospechada, a veces brutal.

4. Apelan a menudo a la dignidad, al respeto (quieren decir: pleitesía) que se les debe y aseguran se les escatima. No dudarán en exigirte un apoyo incondicional a las decisiones por ellos adoptadas y que sabes de sobra son arbitrarias y, a medio plazo, contraproducentes (v. supra "sanción de la víctima").

5. Si rascas un poco su fachada, pronto verás que detrás no hay más que vacío. Su escasas/nulas competencias las compensan con el enchufismo gracias al cual están donde están: se benefician del nepotismo y lo practican con afán (necesidad de crear redes clientelares); su mala educación la disfrazan de entreguismo y seguidismo hacia quienes creen que detentan, en ese momento determinado, el poder; los éxitos que se les atribuyen jamás se deben a ellos...

6. Sobre todo, hay que extremar las precauciones en tiempos de crisis, pues es cuando se muestran más activos. Si el pastel a repartir es grande, sus pequeñas mordidas apenas se notan. Cuando este se ve reducido, su apetito parece aumentar en relación inversamente proporcional al mismo.

7. De natural mediocres y poco destacados en su ámbito profesional, necesitan verse rodeados de individuos inferiores a ellos e incapaces de hacerles sombra, con lo que la incompetencia y mala gestión de los asuntos aumentan como una bola de nieve pendiente abajo.

Muchas veces nos preguntamos: ¿qué está pasando?. ¿Cómo es posible que algo que funcionaba más o menos bien, con sus defectos, (como todo), se encuentre paralizado y agonizante en muy poco tiempo? ¿No nos hemos hartado de oir de niños que la crisis (léase: la necesidad, el hambre, la carestía...) agudizaba el ingenio? ¿Dónde se ha metido el ingenio? ¿Ocurre lo mismo en otras latitudes?...

No contábamos entonces con este personaje: el saqueador. Y con un "factor cultural" que me apunta Carmen muy oportunamente: ¿Cuáles son los modelos literarios y de civilización genuinamente españoles? El top ten lo encabezan Celestina (una alcahueta), Lazarillo (un golfete que roba a un ciego), Don Quijote (un loco con ínfulas de señorío y cordura), Juan Ruiz (un arcipreste mujeriego y bebedor).... Con estos mimbres, era muy difícil hacer otro cesto.

Con vosotros está, y no le conocéis...




jueves, 13 de octubre de 2011

Artículo de Javier Benegas en La Tercera Ola: "Steve Jobs: el fundador de Apple no ha triunfado"

Desde hace tiempo me ronda por la cabeza la idea de escribir algo sobre los saqueadores postmodernos. Este artículo de Javier Benegas ilustra a la perfección lo que barrunto. Las negritas son del propio Benegas.

"1985 fue un año especialmente difícil para Steve Jobs. En aquel entonces, al contrario de lo que sucede hoy, los productos de Apple no eran masivamente demandados por el gran público y había graves problemas con el desarrollo de los nuevos dispositivos. Harto de tantas dificultades, John Sculley, por entonces CEO de la compañía y con una visón del negocio que se demostró antagónica a la de Jobs, decidió que el problema era el propio fundador de Apple. Así que, primero, se las ingenió para desplazarle físicamente a un edificio apartado en el campus de Apple, al que el propio Jobs se refería como “Siberia”, y, un tiempo después, con el apoyo de la junta directiva, le relevó de todas sus funciones. Una vez desprovisto de cualquier facultad ejecutiva, Steve Jobs tuvo que marcharse de la empresa que él mismo había creado.

Si dejamos al margen las cuestiones menores de aquel duelo en la cúpula de Apple, comprobaremos que lo importante no fue el enfrentamiento entre dos nombres propios, Jobs y Sculley, sino lo que cada uno en cierta forma representaba y defendía. A grosso modo, mientras uno era la creatividad, la pasión y en alguna medida el caos, el otro era el método, los objetivos a corto plazo y la cuenta de resultados. Para Jobs trabajar implicaba tener que amar lo que hacía, para Sculley se trataba sólo de negocios. Y pese a que ambos eran personas brillantes, fue Jobs quien, contra todo pronóstico, terminó por ganar la partida, regresando a Apple años después para llevar a la compañía, y a sí mismo, a la cima del éxito. Aquella fue la primera vez en la que dos visiones fundamentales – y, por ende, completamente diferentes- de cómo crear riqueza habían chocado entre sí. Se trata, pues, de una soberbia parábola de nuestro tiempo.

Si obviamos el fallecimiento de Steve Jobs, podría parecer que esta historia tuvo un final feliz. Pero nada más lejos de la realidad. La victoria de Jobs, de su talento, su pasión y su visión, ha sido una victoria pírrica. El combate entre talento y dogma se ha seguido librando durante décadas en un frente mucho más extenso y con otros protagonistas. Y si bien es cierto que Steve Jobs obtuvo su particular triunfo - por eso se le admira e idolatra como a un héroe -, el resultado global ha sido la derrota de su visión. Ahora, con su muerte, quizá estemos asistiendo al final antológico de una forma de hacer, crear y emprender.

Sin ir más lejos, en España, y también e Europa, el talento tiene hoy enemigos cada vez más poderosos, organizados y destructivos, cuya capacidad para regular y restringir la iniciativa individual ha superado con creces los límites de lo razonable. Y nos equivocaríamos si pensáramos que el peor enemigo de la creación de riqueza son cierto tipo de ejecutivos, porque en nuestras sociedades todo está regulado, burocratizado y controlado por las Administraciones Públicas. No se trata pues de superar todos los obstáculos, esforzarse y hacer las cosas bien para alcanzar el justo y merecido premio del éxito. Es preciso, además, tener las relaciones oportunas, pagar innumerables peajes y ser muy diligente y generoso a la hora de corresponder a determinados favores.

Por eso, en nuestro país, si bien es dudoso que tengamos algo parecido a John Sculley, lo que es seguro es que, por ahora, no tendremos ningún Jobs. Por aquí proliferan perfiles mucho menos admirables que están a medio camino entre la política y la empresa; entre lo público y lo privado. Y el resultado es que la creación de riqueza y su posterior redistribución es todo menos un proceso espontáneo. Es más, en muchos casos ni siquiera se crea riqueza porque el sistema político convierte a las empresas en parte de una turbia maquinaria con la que realizar una redistribución tramposa e interesada de una parte sustancial de la riqueza ya existente.

En conclusión, la lamentable muerte de Steve Jobs, puede que sirva a la sociedad norteamericana para que no olvide la importancia de los valores que conducen a la consecución de los más grandes logros. Quizá allí se pregunten, al recordarle, si no necesitarán algo más que producir en serie ejecutivos que amen por encima de todo al dinero. Pero en lo que a nosotros se refiere, que aún estamos muchos pasos por detrás, debemos aprender que, para crear riqueza y que ésta se distribuya de forma espontánea en beneficio de todos, es imprescindible gozar de una mayor libertad individual. Para ello, quizá lo que los españoles y europeos hemos de extraer del famoso discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford, no es que debamos seguir sus consejos, ya que eso estaría al alcance de una minoría, sino comprender que hemos de crear una sociedad mucho más libre para que aquéllos pocos que quieran y sean capaces de ponerlos en práctica puedan hacerlo"

miércoles, 12 de octubre de 2011

Novelas con la guerra al fondo: Duelo en El Paraíso (Juan Goytisolo. 1955)


En unas pocas semanas, entre la primavera y el verano de 1954, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) redactó "Duelo en "El Paraiso"" (Premio Índice de Novela, 1955), la que sería su segunda obra. Ese mismo año había aparecido "Juegos de manos", fruto de las experiencias vividas en Madrid durante una estancia proyectada, en principio, para ampliar-proseguir sus estudios universitarios, pero que no sirvió más que para darle el empujón definitivo hacia su verdadera vocación: la literatura. Y en eso se reveló como un maestro.

Aunque años después haya renegado de esa primera etapa narrativa, de la que creo (escribo de memoria) llegó a eliminar de sus obras completas "La Isla" (1961; hoy solo rescatable en librerías de viejo), considero que semejante juicio se debe más a sus elecciones político-vitales, que se enunciarán en "Señas de identidad" (1966), para estallar definitivamente en "Reivindicación del Conde Don Julián" (1970), que a la innegable calidad literaria de las mismas.

La acción de la novela que nos ocupa se sitúa el 6 de febrero de 1939 en un pueblecito de Gerona, a 15 kilómetros de Palamós, cuando Martín Elósegui, un soldado del ejército republicano, descubre el cuerpo de un niño asesinado: Abel Sorzano:

Abel estaba boca arriba, tendido cuan largo era, lo mismo que si se hallara sumido en profundo sueño. Tenía los brazos extendidos, siguiendo la línea del cuerpo, y alguien le había colocado un ramo de amapolas encima del jersey. En la sien derecha tenía un agujero del tamaño de un garbanzo, por el que brotaba aún la sangre... En la mano izquierda le habían puesto una flor roja, que el muerto sostenía en actitud angelical. En la otra había un mensaje: DIOS NUNCA MUERE..." (p. 17)

A lo largo de ese día, desde las diez de la mañana en que Elósegui escucha el disparo "que no podía augurar nada bueno" (p. 9), hasta la caída de la tarde se desarrolla una trama perfectamente entretejida por cinco grandes centros de interés: la huida de las tropas republicanas con los nacionales pisándoles los talones; las reflexiones de Martín Elósegui ""Dentro de poco -pensó-, habré perdido mi libertad. Me habré constituído prisionero" Se acordó de Dora: "El día que acabe la guerra..."" (p. 16); la vida de los niños refugiados, acogidos en la escuela del pueblo; la historia de los habitantes del caserón "El Paraíso"; las peripecias del propio Abel Sorzano. Otros centros de menor entidad serían las hermanas Rossi, el Gallego o Pablo Márquez. Cada uno, por si solo, podría caracterizarse como narración autónoma, pero la forma sutil con la que son engarzadas por el autor, le otorgan gran interdependencia y conceden unidad al conjunto del relato.

En el primer capítulo abundan las descripciones de los desastres de la guerra, del éxodo de la población, anunciado por un clima de irrealidad (P. 15) y una atmósfera quieta, mágica (P. 33):

Con la huída, todo perdía su valor: las cosas pequeñas y de transporte fácil sustituían a las de mayor tamaño, cuyo precio disminuía al ritmo de avance. Las gentes que habían abandonado en Barcelona sus pisos y sus villas, confiando la salvación al automóvil, lo dejaban luego junto a la frontera, para seguir el camino con su bolsita de joyas cosida a los pliegues de la chaqueta o de la falda... Un saco de monedas por un lugar en la barca. Una mujer honesta entregándose a los conductores con tal que la llevaran. Todo era sorprendente y, al mismo tiempo, mágico. Los símbolos perdían su valor y no quedaba más que eso: el hombre, reducido a sus huesos y a su piel, sin nada extraño que lo valorizara" (P. 11) 

La carretera dejaba a sus orillas un reguero de muerte: soldados ametrallados por los aviones, presos fusilados al borde del camino, desertores con una bala en la nuca... " (P. 19)

Con esta dura realidad de fondo, se presenta la acción de la novela como un torrente de seres dislocados, que se nos aparecen desde dos puntos de vista: el soñado o imaginado por ellos, y el objetivo, sin que haya entre ambos ningún puente de unión, lo cual provoca en todos una insalvable sensación de insatisfacción. Abel Sorzano, mientras Filomena y Estanislaa se empeñan en vestirle como a una niña, protesta porque no puede vivir la guerra de una forma más directa y sueña con crecer para incorporarse a filas; la tía Águeda, con indumentaria de colegiala a los 32 años, se derrite con los consultorios femeninos de la radio:

"La vida en El Paraíso se hacía difícil de soportar si no iba acompañada de evasiones al futuro o al pasado..." (P. 102-103)

Los niños refugiados en la escuela, desde que murió la maestra en un bombardeo "han perdido toda la vergüenza y se dedican a correr por ahí, como bandidos, ingeniando Dios sabe qué maldades... Hace más de tres años que se han acostumbrado a oír estadísticas de muertos, de asesinatos, de casas destruídas y ciudades bombardeadas. La metralla y las balas han sido sus juguetes. Aquí, en la escuela, han creado un verdadero reino de terror, con sus jefes, lugartenientes, espías y soplones. Ya sé que es difícil creerme viéndoles la cara infantil y las mejillas aún sin bozo. Pero es la pura verdad. . Sé perfectamente que tienen un código para castigar los "delitos" y un sistema coactivo para obtener la obediencia. Durante la noche, el dormitorio se convierte en una guarida de serpientes y leopardos, en una verdadera celda de tortura..." (P. 57) 
Dora, la maestra, muerta durante un bombardeo, como la madre de los Goytisolo, como la madre de Abel estando embarazada:

"...Abel había sentido dentro de si un rabioso deseo de conocer al hermanito, pero nadie le había comprendido cuando, a gritos, pidió que lo salvaran; aquel niño oculto como en lo hondo de un huevo, que veía avanzar a su encuentro, abriéndose paso a través de hondas de agua y de telas de araña finísima, precedido de un halo de burbujas, era su hermano y lo quería más que a nadie y que nada. Lo sacaron a rastras del depósito, medio ahogado de ira y de vergüenza, y aquel hermano-huevo, que imaginaba a un tiempo en forma de pez y de sirena, había penetrado en el undo de susu sueños aureolado de un prestigio radiante" (P. 108-109)

Junto a esos niños reales, con los que entrará en contacto Abel, para su desgracia, en la última parte del relato, están los que él mismo, distorsionados por su imaginación calenturienta, enviaban a Italia en barco y "ahogan durante el viaje... Ya se sabe. Los niños pagan siempre" (P. 91)

"La guerra había abierto entre padres e hijos un abismo difícil de colmar. Se necesitaba mucho arrojo y valentía para cruzarlo... "De lo ocurrido, todos somos, en parte, responsables, y hemos de procurar que nadie lo olvide. La paz es algo por lo que se debe luchar a diario, si se quiere ser digno de ella"...- Nadie tiene la culpa. A esos niños que no tienen padre ni madre es como si les hubiesen estafado la infancia. No han sido nunca verdaderamente niños. - Mi hijo...- comenzó Santos. -Tampoco puede usted reprocharle nada. Ha vivido demasiado aprisa para su edad... Los padres deberán, en adelante, comprender este cambio. Si no... se exponen a perder a sus hijos para siempre." (P. 130-131)

Esta reflexión, cargada de lugares comunes, por muy tristes que estos sean, da paso a una larga interpolación: la historia de David y Romano ("Los dos eran jóvenes y hermosos" (p. 132)), los hijos nuertos de Estanisláa, que con un estilo diferente al resto de la obra, cargado de lirismo y melancolía, nos muestra el proceso de desequilibrio mental de la tía-abuela de Abel, que desemboca en la grotesca escena que se desarrolla en el lecho de muerte de su marido el mismo día que estalla la guerra.

"Todo son espejismos, querido Abel. Mira la luna cómo aumenta de tamaño cuando emerge del mar; introduce un bastón en el agua y lo verás dividido. Todo es ilusión: la vida, la muerte, el ansia de durar. Mucho antes de que nacieses, otros seres iguales que tú quisieron olvidarse de que eran sueño y fracasaron (sus cuerpos abonan los arbustos de algún camposanto) Oirás decir qué ha sido de los niños que mueren cuando nacen, pero yo te pregunto: ¿qué es de los niños que no mueren, el que fui yo, el que fue Filomena, el que fue Águeda? ¿Dónde está su cadáver, su tumba, el cementerio? No seas presuntuoso; deja correr las aguas. Matar un pájaro es algo tan absurdo como patalear en el vacío..." (P. 183)

Y mucho más: el hambre, el ansia de paz, la iniciación a la violencia..

Independientemente de los derroteros que tomara posteriormente la obra de Juan Goytisolo, o de las manifestaciones más bien poco afortunadas del autor en diferentes asuntos, esta segunda lectura de Duelo en "El Paraíso", confirman la madurez narrativa de Goytisolo a sus 23 años.

martes, 11 de octubre de 2011

Última entrada de Pablo Molina en "Crónicas murcianas"

De acuerdo, tiene una semana de antigüedad, pero es bueno de verdad: al más puro estilo Pablo Molina.

A disfrutar.

"Las tres superficies de mayor dureza conocidas en la naturaleza son el corindón, el diamante y el rostro de los gestores socialistas del empleo. Por ese orden. Así que el gobierno no tiene responsabilidad en las cifras vergonzosas de paro en España porque no es el encargado de contratar y despedir a los trabajadores. Pues nada, estupendo. Que los sindicatos de izquierdas preparen una concentración de agradecimiento a las puertas de las sedes del PSOE en todas las provincias para certificar su inocencia en la ruina de España y agradecerles sus esfuerzos por evitarlas.
Esto del paro debe ser una conspiración de los empresarios españoles, sin duda orquestada desde las zahúrdas del PP, partido empeñado en arruinar el país para alcanzar sus objetivos electorales. 
Así pues, a tenor de las declaraciones de los responsables socialistas del ramo, debemos creer que los empresarios españoles han decidido arruinar a sus empresas y despedir a sus trabajadores simplemente para joder a Zapatero.
Lo peor de todo es que el votante socialista medio sí cree en esas conspiraciones y en otras peores que harían enrojecer de vergüenza ajena al tonto de mi pueblo.
CODA: D. José Blanco, estudiante frustrado de Derecho, no por falta de capacidad sino porque sus inquietudes políticas juveniles le impidieron asombrar al Foro con sus aportaciones, aparece relacionado con un oscuro expediente de tráfico de subvenciones en tierras gallegas. Habrá quien pida que se aplique el cuento y renuncie a ser candidato en las elecciones del 20-N, pero serán sólo los que desconocen la máxima socialista, según la cual, "un candidato del PSOE no está sujeto a los estándares éticos que los socialistas exigen al resto de partidos". Amén, amén."

martes, 4 de octubre de 2011

"Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos...

...porque siempre ganan los malos, cuando son más que los buenos" En realidad, el romance dice que "Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos". ¡Ya son ganas de meterle en estos líos! Porque, ¿seguro que es así?. ¿Es necesario que los malos sumen más?

Resulta tentadora y cómoda dicha posibilidad. En este sentido nosotros, pobres infelices, nada podríamos hacer; la superioridad numérica nos avasalla y solo nos queda el recurso de cerrar los ojos o mirar hacia otro lado, esperando que el temporal pase pronto y no llegue a mojarnos.

Pero la realidad, vista desde cerca, es muy diferente.

¿El malo existe per se o es una proyección de nuestra propia debilidad? ¡Ahí va eso!

Llevo mucho tiempo reflexionando sobre este asunto, bastante relacionado con los miedos sociales: miedo a perder el trabajo, a perder los amigos, a desligarnos de nuestros seres queridos, en fin: pánico a perder la estabilidad y nuestro modo de vida. Ese miedo hace que magnifiquemos de forma exagerada aquellos hechos, situaciones o personas que creemos capaces de poner en peligro la vida que conocemos y a la que estamos acostumbrados. Porque, desgraciadamente, no creemos que esa vida que vivimos, esos conocimientos que hemos ido alcanzando con los años, o las propiedades adquiridas nos pertenezcan, los hayamos ganado decente, honradamente con mayor o menor esfuerzo.

Somos un recipiente donde se ha ido acumulando durante generaciones un poso de educación orientada a minimizar nuestra individualidad, a disolvernos en un océano de seres iguales, idénticos, girando todos alrededor de la misma presa que, antes o después, lograremos alcanzar, hagamos lo que hagamos, pues tenemos derecho a ella, y ese derecho es inalienable, nadie nos lo puede arrebatar, mucho menos discutir, siempre y cuando cumplamos unas mínimas reglas de cortesía que se resumen en un sencillo teorema: la sociedad es una entidad superior compuesta por la suma de todos los individuos careciendo estos, de forma aislada e independiente, de todo el valor y el sentido que le otorga el cumplimiento de un código no escrito, pero férreamente gestionado por los pastores elegidos por todos.

Bonito, ¿verdad?.

El grupo, el rebaño nos da la pauta, nos proporciona refugio y abrigo, seguridad y sustento. Más allá se extiende la oscuridad, las tinieblas, el finis mundi, un territorio poblado por fieras dispuestas a aniquilar a su vecino.

Sucede a menudo que el aprisco no llega a cobijarnos, que el premio que creíamos alcanzar se aleja más y más de nuestros dedos porque siempre hay otro que tiene más derecho que tú, y el redil empieza a estrecharse y agobia, y se multiplican las patadas, los empujones, y ese mundo extraño, como de ensueño, se derrumba  silenciosa, casi imperceptblemente al ritmo que impone el estado de ánimo estupefaciente que cae como la niebla sobre esos pastores tan sabiamente seleccionados.

Junto a los pastores aletargados, surgen como setas los saqueadores, esa especie que nunca corre el peligro de la extinción, cuyo único objetivo en este mundo es apropiarse de los frutos del trabajo ajeno y, lo que es peor, enredar, imponer prácticas incoherentes que dificultan el desempeño de las tareas de los demás, haciendo abortar cualquier atisbo de iniciativa y creatividad.

Si contabilizamos el número de pastores y saqueadores, y calibramos su calidad intelectual (no solo moral) nos sorprendería y avergonzaría a un tiempo.

¿Son tan temibles y feroces? Como fisgones no tienen precio, ya que toda su vida, desde niños, se han dedicado a observar, localizar y aislar los puntos débiles de sus semejantes. Ha sido siempre su único afán, su norte y su guía. Y no hacen más que enfrentarte a un espejo que te devuelve tus miserias, siempre y cuando tú las consideres así. Aborrecen, porque temen, cualquier manifestación individual que suponga independencia de juicio y demostración de criterio; huyen del esfuerzo; siembran cizaña e introducen la discordia allá donde plantan sus reales.

Son, utilizando el término que ha ido pasando de Nietzsche a Rimbaud y de Rimbaud a J. Goytisolo,  eternos ladrones de energías.

Pero son pocos, muy pocos. El problema está en su enorme capacidad de proselitismo.