lunes, 21 de noviembre de 2011

19-20 de noviembre de 2011. Fin de semana castellano: Cedillo de la Torre y Maderuelo (Segovia); Castillejo de Robledo (Soria) y Aranda de Duero (Burgos)

Entrada (o salida, según se mire) a Cedillo de la Torre.
Un año más, llegamos demasiado tarde al otoño
El día no podía ser peor. Al cansancio de todos los viernes se sumaba una tarde desapacible de frío, lluvia y viento, y dos exámenes de Itziar el lunes. Pero la reserva ya estaba hecha y cualquiera le decía a Alejandro, todo ilusionado, que emplazábamos la celebración de nuestro catorce aniversario a cualquier otro fin de semana. !Inadmisible¡. Así que, armados de paciencia, cargamos "la furgo", envolvimos nuestros temores en una manta, y nos lanzamos por la carretera de Burgos, tuertos y con las escobillas del limpiaparabrisas algo perjudicadas, a un viajecito infernal de unos 140 kilómetros. Pasado Somosierra, el cielo pareció abrirse, dejando atrás la borrasca y los malos augurios.

Alejandro frente a la inmensidad de Castilla. A sus espaldas
la ermita de la Virgen de Castroboda y San Roque
Abandonando la N1 en Carabias, a los seis kilómetros nos encontramos con Cedillo de la Torre. De noche, un puñado de luces la oscuridad.




Torre de la iglesia de Cedillo, con lo que podría ser
una cámara del tesoro. El domingo pudimos subir las escaleras
del campanario, desde donde se aprecia una magnífica panorámica
de la comarca

De día, un pueblecito castellano, con un centenar de habitantes (censados, no reales) y la impresionante torre-campanario románica del siglo XII, con sus cinco cuerpos y más de veinte metros de altura. Situado en el noroeste de la provincia de Segovia, en un llano próximo al páramo, rodeado por tierras de labor y montes de caza, con sus chopos semidesnudos de resonancias machadianas, cuenta con dos "alojamientos rurales" y un solo bar. En la breve calle Real, uno en frente del otro, están la casa rural "El Museo" y el bar-restaurante del mismo nombre, propiedad ambos de Nieves y José. Nada más llegar, sin deshacer las maletas, nos prepararon una cena a base de sopa de cocido, cinta de lomo o salchichas frescas con patatas y un buen Ribera del Duero. Alquilamos dos de las siete habitaciones de que consta la casa, decorada con gusto y sencillez, cálida, muy bien acondicionada.

Ménsulas en el ábside de la iglesia de la Asunción en Castillejo de
Robledo (Soria).

El sábado, una vez desayunados, y con el tiempo de nuestra parte, nos fuimos a la ventura, allá donde nos llevara la intuición. Hasta el momento, los viajes poco o nada preparados nos han deparado sorpresas bastante gratificantes. Sin un plan preconcebido, pero con la seguridad de descubrir algo interesante, nos dirigimos hacia Campo de San Pedro, Valdevamés y llegamos a Maderuelo. Antes de entrar en el pueblo, nos encontramos con un templo enorme, la ermita de la Virgen de Castroboda y San Roque, y allá nos dirigimos. Una treintena de coches se estacionaban en sus inmediaciones.

Ermita de la Virgen de Castroboda y San Roque, extramuros de Maderuelo.
En un costado, el cementerio

Pensábamos que se estaba celebrando una boda o una romería. Aparcamos junto a la puerta y vimos que ni boda, ni romería: se trataba de un entierro en el camposanto contiguo a la iglesia. Aguardamos a que quedara un poco despejado y pasamos a echar un vistazo. Pocas lápidas cubriendo los enterramientos, solo reconocibles por las blancas e iguales cruces de mármol y los montículos que encabezaban. La tierra removida, en algunos casos parecía un huertecillo donde los familiares se habían entretenido cercándolo con una pequeña valla de plástico verde, sembrado de flores y arbustos formando setos diminutos. "Enterrados bajo la tierra", dirá Carmen. Sara y Alejandro pasaban por encima de esas pequeñas elevaciones, desoyendo nuestras órdenes. En un momento dado, una mujer cogió una flor marchita de uno de los túmulos, escogido previamente, y se la acercó a la niña. Poco después otra mujer, viendo la cara que poníamos ante la manifiesta desobediencia de los críos, nos tranquilizó: "Cuando hace calor, no pasa nada porque pisen; pero ahora, con la lluvia, está muy blanda la tierra y se puede hundir"
Uno de tantos buitres que sobrevolaban el cielo de Maderuelo

Maderuelo es un pueblo como de exposición, al estilo de Pedraza: calles impias, casas blasonadas, restaurantes y alojamientos de recuerdos templarios, vistas alucinantes sobre el embalse de Linares, con su Puente Viejo sumergido bajo las aguas del Riaza, la ermita de la Vera Cruz (siglo XII), la iglesia de Santa María del Castillo (siglo XIII), con su joven noble momificada...

Restos del castillo templario de Castillejo de Robledo (Soria)
Salimos de Maderuelo bordeando el Parque Natural de las Hoces del Riaza y nos dio la hora de comer en Castillejo de Robledo, ya en la provincia de Soria. En uno de sus dos únicos restaurantes, también alojamiento rural, nos facilitan información sobre el pueblo y sus atractivos, que son, básicamente, tres: la iglesia de la Asunción y el castillo que corona el pueblo, y el hecho histórico de la afrenta de Corpes que tuvo como escenario un bosque de los alrededores del pueblo.


Sara haciendo de las suyas. Al fondo, Alejandro con alguna
de sus reivindicaciones

Al igual que nos sucedió en Maderuelo, tuvimos que localizar a un vecino que nos abriera la puerta de la iglesia para poder ver los restos de pintura del interior, el dragón que se extiende a todo lo largo del arco que separa la nave del ábside, el propio ábside y, lo más curioso: los fragmentos de un fresco que representa el maltrato que padecieron Doña Elvira y Doña Sol, las hijas del Cid, de manos de sus flamantes esposos, los condes del Carrión. En el exterior del ábside, varias ménsulas representan escenas eróticas. Este último detalle le llamaba especialmente la atención a nuestro improvisado guía, que insistía en asegurar que las hijas del Cid, además de brutalmente violadas, fueron asesinadas y abandonadas en el bosque.

Vista desde Maderuelo del Puente Nuevo sobre el Riaza, en el embalse de Linares.
En un recodo, se puede ver la ermita de la Vera Cruz

Ya anochecido, y con bastante frío, emprendimos el camino hacia Aranda de Duero (Burgos), adonde llegamos con los pequeños cansados y en plena rebeldía.


Pórtico de la iglesia de Santa María, en Aranda de Duero.

Cruzando el pequeño puente medieval sobre el río Bañuelos, que desemboca en el Duero unos metros más abajo, subimos una cuesta hasta la iglesia de San Juan, hoy Museo Sacro, y tuvimos la suerte de poder visitar el interior del la iglesia de Santa María, con su espectacular portada de gótica isabelina de Simón de Colonia. Con un vino finalizamos esta brevísima visita, prometiendo en un futuro dedicarle más tiempo.

Salón de la casa rural "El Museo", en Cedillo de la Torre
Los frentes que no habían podido superar el viernes la barrera de Somosierra, cobraron fuerza el domingo por la mañana, amenazando con descargar sin piedad. Nos quedaba por visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y su museo, que amablemente nos enseñó Valentina, una vecina del pueblo, a la que, literalmente, raptamos de su casa. Entre otras cosas, conserva la iglesia una talla románica de San Juan, que se encontraba en una ermita dedicada al Santo en las proximidades del pueblo.



En el museo, donde se acumula bastante material relativo a las tradiciones populares, cabe destacar, entre otras cosas, varias vigas que formaban parte del artesonado de la iglesia que, hundido en su momento, fueron reutilizadas en la Capilla Real del Alcázar de Segovia.



Hasta aquí, nuestro fin de semana de aniversario. Poco tiempo, muchas cosas que ver y una sensación como de abandono, pero al mismo tiempo de esperanza, transmitida por esos pueblos que procuran conservar un patrimonio único por si solos, formando comisiones entre los propios vecinos que, con muy poco dinero, consiguen poner en pie, por ejemplo, el Museo de Cedillo de la Torre, con sacerdotes que dan servicio a 10 o 12 parroquias, un comercio casi inexistente y unas autoridades que escatiman cualquier tipo de ayuda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"La afrenta de Corpes es una invención literaria del autor del Cantar de Mío Cid. Nunca sucedieron los hechos que narran la cobarde agresión a las hijas del Cid. Sin embargo, los datos concretos que aporta el poema nos llevan a situar el robledal de Corpes en un lugar comprendido dentro del área de un triángulo, formado al unir los vértices de estas tres poblaciones:San Esteban de Gormaz, Ayllón y Castillejo de Robledo." Del libro de Luis Domingo Delgado "La afrenta de Corpes"