miércoles, 29 de junio de 2011

Todos contra Israel. El eterno retorno

Manuel Molares do Val colgó hace unos días en su blog Crónicas Bárbaras un post desenmascarando las intenciones de los organizadores de la última "flotilla de la libertad" que pretende desembarcar en Gaza para liberar de la opresión israelí a los pobres palestinos. Los comentarios que suscitaron sus palabras iban, como es natural, desde el apoyo al autor por sus críticas a la performance progresista de las flotillas, a la indignación por manifestar que Israel está en su derecho de defenderse de los terroristas que amenazan con eliminarlos de la faz de la tierra. Incluso alguno llegó a sugerir que Molares estaba a sueldo de Tel-Aviv...


Casi al mismo tiempo, David Mandel publicó un artículo donde sintetiza en pocos párrafos los motivos que explican el odio de la izquierda hacia Israel. Los reproduzco íntegros a continuación:

"• La izquierda sólo siente simpatía a los judíos cuando son víctimas. Judíos con armas, tanques y aviones de combate son harina de otro costal.
• La izquierda es universalista y anti-nacionalista. Los judíos de Israel son un ejemplo de un pueblo que se considera a si mismo nación.
• La izquierda cree firmemente en el relativismo cultural. Para los izquierdistas no existe la superioridad de una cultura sobre otra. Si, por ejemplo, la cultura islámica permite apedrear a muerte a mujeres acusadas de adulterio, hay que  respetar esa expresión cultural, y no imponer la tolerancia del occidente. El hecho que Israel, un país de cultura occidental, se ha convertido en un país próspero y adelantado mientras que sus vecinos árabes continúan en el atraso y la pobreza, les molesta porque es prueba de que no todas las culturas son iguales y que la teoría del relativismo cultural está equivocada.
• La izquierda cree en el relativismo moral. Una persona objetiva, si compara a Israel―su democracia, su prensa libre, su sistema de justicia, su absorción de inmigrantes sin distinción de origen ni color de la piel, su tolerancia y aceptación de homosexuales, la igualdad de los sexos―con los países vecinos, dictatoriales, intolerantes y corruptos, diría que Israel sale mejor parado en la comparación. Pero, los izquierdistas demandan perfección y utilizan distintos standards para juzgar a Israel y a los árabes. A Israel le exigen todo y le critican todo, a los árabes no les exigen nada y no les critican nada.
• La izquierda es anti-capitalista y anti-globalización, y, por lo tanto odia al Israel de hoy, país capitalista, de alta tecnología.
• La izquierda es elitista y totalitaria, y sus ideólogos consideran que son capaces de manejar la sociedad con más inteligencia que la gente ordinaria, hacia la cual sienten menosprecio. La izquierda, especialmente la ultra-izquierda, es básicamente anti-democrática. Israel, con todas sus imperfecciones, es la única democracia en el Medio Oriente.
• El hecho de que Israel se considera un estado judío es prueba de su "racismo", como no lo es el hecho de que los países árabes se consideran  a si mismos países árabes e islámicos.
• La izquierda, por ignorancia o tergiversación deliberada de la historia, acusa a  Israel de ser un estado colonialista. Considera que Israel es una punta de lanza del occidente en el mundo árabe, ignorando que millones de israelíes descienden de judíos que, durante milenios, vivieron continuamente en territorios que, posteriormente, fueron conquistados por los árabes, hasta que se vieron obligados a huir o fueron expulsados en 1948 y los años siguientes.
• Algunas iglesias cristianas, de simpatías hacia la izquierda, tratan de evadir responsabilidad por el Holocausto, (no intervinieron ni protestaron cuando los nazis exterminaban a los judíos), y limpian su conciencia acusando a Israel, el país judío, de terribles crímenes, similares a los de los nazis: genocidio, ocupación brutal y violación de derechos humanos.
• Las mismas iglesias consideran que atacar a Israel es la mejor forma de defender a la minoría cristiana que vive en los países árabes, frecuentemente discriminada y perseguida.
• La izquierda es anti-religión y desprecia a los que se basan en la Biblia, la religión y la historia para justificar el apego de los judíos a la tierra de Israel.
• Es más fácil y menos peligroso criticar a Israel que a los islámicos, como lo demuestran muchos casos, tales como los disturbios causados por las caricaturas de Mahoma y el asesinato del holandés Theo Van Gogh en las calles de Ámsterdam.
• La izquierda se considera a si misma moralmente superior, y automáticamente apoya, simpatiza y justifica el lado que considera "débil", "pobre" y "oprimido", que, en este caso, son los palestinos.
* Para la izquierda el lado "débil" siempre es el "bueno" y no se le puede ni se debe criticar sus acciones. Disparar a poblaciones civiles, a vehículos escolares, esconderse tras escudos humanos, adentro de mezquitas u hospitales, todo esto se explica, se entiende y se justifica, porque "es la única forma de que el débil se defienda frente al fuerte"."

Resulta irónico que un país que puso en práctica la experiencia, colectivista donde las haya, de los kibbutz; que ha sido la bicha  para la derecha (España inició sus relaciones diplomáticas con el estado de Israel durante la administración socialista de Felipe González), se convierta ahora en la hidra de las siete cabezas para el buenismo socialdemócrata (y no solo socialdemócrata, ojo)

Irónico, y preocupante, porque ya no se trata del rechazo a una manera de hacer las cosas, si no  del repudio a todo un pueblo. Cuando uno de estos críticos afirma que no es anti-semita, sino anti-sionista, me recuerda a los que aseguraban que creían en Dios, pero no en los curas (o en la Iglesia). Al igual que estos últimos no hacían más que demostrar, con su afirmación, que no tenían fe ni en los unos (o Una) ni en el Otro, así los primeros expresan claramente su odio a los judíos en general al admitir únicamente a aquellos que no defiendan su religión, su cultura, sus señas de identidad y su nación: es decir, a ninguno.

Y luego está la defensa a ultranza de las bondadosas intenciones para con Israel de los pueblos vecinos, de quienes jamás se sospecha maldad alguna, ya que las agresiones siempre parten de los judíos que, como todo el mundo sabe, no quieren más que dominar el mundo, o sea, la conspiración judeo-masónica internacional de siempre. El eterno retorno de lo idéntico.

Parece que no pasa el tiempo por algunos


sábado, 25 de junio de 2011

A vueltas contra Pío Moa... (pero esta vez, desde "casa")

A raíz de unos artículos publicados por Pío Moa en Libertad Digital donde propone una manera diferente de interpretar el franquismo desde el liberalismo, se ha desatado cierta polémica entre varios columnistas del diario haciendo de Moa un muñeco de pim-pam-pum. Desconozco los motivos últimos de tal rifirrafe, porque a estas alturas a nadie le pueden sorprender los planteamientos del autor. ¿Será que el periódico digital quiere mantener cierta distancia con este señor en pos del moderantismo o, por el contrario, es una táctica comercial para convencer al lector de que en el think-tank conservador-liberal español hay lugar para la discrepancia?

Si nos atenemos a la primera suposición, el caso es que volvemos a las mismas acusaciones que han vertido sobre Moa estos y aquellos en los últimos años, y con no menor ferocidad, que no son otras que su osadía al escribir sin pertenecer siquiera al mundo académico fetén (Jorge Vilches) o la escasa calidad de sus trabajos (César Vidal)

A estas alturas de la película produce cierta desazón que un grupo mediático, que no se cansa de hacer un día sí y otro también profesión de fe liberal, dedique parte de su tiempo a intentar desmontar, con artillería que suponen pesada, las ideas de una persona que se juega el cuello cada vez que empuña el bolígrafo.

Yo no voy a defender aquí a Pío Moa. Él solo se basta y se sobra para luchar en esas lides con éxito demostrado, pues nadie ha sido capaz de desbaratar sus tesis, limitándose a exponer una serie de argumentos ad hominem que solo demuestran la desolación intelectual de quien los esgrime. Pero es un poco triste que una de las pocas personas que, hoy en día, ha sistematizado lo que muchos han pensado y escrito sobre la II República y la Guerra Civil, proporcionando unas herramientas de interpretación frente a las que la historia académica poco o nada tiene que hacer, se vea en la tesitura de defenderse de los dardos y puyas que, en esta ocasión, dirigen contra él los que se suponía eran amigos.

Si se trata, por el contrario, de una estrategia de marketing, resulta un tanto peligroso jugar con esos fuegos porque, a la postre, uno de los contrincantes acabará quemado, viéndose obligado, por pura honradez intelectual, a hacer mutis.

Sea como fuere, si aceptamos que uno de los causantes del estado comatoso de que adolece España no es otro que ese cajón de sastre donde metemos la eterna pregunta tricéfala quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, ¿no es un poco triste arremeter, desde la orilla liberal, a uno de los que, aceptemos o no sus tesis, tratan de dar respuesta a esas cuestiones?

viernes, 24 de junio de 2011

Google Books y e-readers





El pasado viernes, 17 de junio, en una reunión informal celebrada en la oficina que tiene Google en Madrid, nos presentaron la plataforma Google Books, implantada ya en Estados Unidos, cuya aparición en España está prevista para este otoño. Fuimos convocados, por Agnes Eymery y Luis Collado, una veintena de personas relacionadas de alguna manera con el mundo de la edición, con el propósito de ponernos al corriente del  papel de Google como distribuidor de información, en este caso libros electrónicos, en el ámbito de eso que se conoce como “la nube”, el protagonismo creciente de los dispositivos que, como tabletas y teléfonos móviles, facilitan el acceso, lectura e intercambio de dichos productos, los formatos de transferencia, etc.

En un momento dado, cosa que me sorprendió, se hizo referencia al ocaso de los e-readers, eclipsados por el uso creciente de tabletas y smartphones. Comprendo que era un comentario, hasta cierto punto, necesario en una reunión de estas características. Yo, como usuario, de uno u otro sistema, discrepé solo someramente, pues no era esa la materia de la que se estaba tratando.

Desde mi más enciclopédica ignorancia en lo tocante a cacharreo informático, no me avergüenza confesar que, hasta el momento, me ha producido más satisfacción, en lo tocante a lecturas, mi sencillo Papyre que el más sofisticado i-Pad, por no hablar de la pantalla mínima de un smartphone. No dudo que en un futuro, tal como van las cosas, la tecnología se encargará de hacer mas "amigables" los formatos de presentación, las pantallas...; estarán disponibles en "la nube" muchos más títulos, se ajustarán los precios... Como dice el refrán, cada uno habla de la feria según le ha ido en ella...


martes, 21 de junio de 2011

Movimiento 15M. La Revolución pendiente y JM Serrat

El levantamiento de algunas acampadas y las pequeñas reyertas protagonizadas por varios de sus miembros, entre otras cosas, parecen confirmar la creencia, cada vez más extendida, en la pérdida de impulso del movimiento 15M. Resulta difícil mantener el interés y la atención durante más de dos meses en un único acontecimiento, teniendo en cuenta la multiplicación de asuntos que nos rodean y a los cuales debemos dedicarle parte de un tiempo cada vez más escaso

Considero que el revuelo montado por tantísimos miles de indignados dista mucho de ser una pataleta momentánea con gran poder de convocatoria y escaso contenido ideológico en sus reclamaciones. En cuanto al poder de convocatoria, hoy en día es muy sencillo reunir a varios miles de personas para defender la causa más peregrina. Sobran los ejemplos. Y la absurda polémica de “yo he llenado más metros cuadrados que tú” no deja de ser eso, ganas de marear la perdiz. Por lo que respecta a la supuesta inanidad ideológica…, hay mucha tela que cortar. Sin intención de agotar el asunto, me gustaría exponer, aunque sea de forma desordenada, unos apuntes.


El movimiento 15M repudia el sistema político actual, superando la clásica dicotomía izquierda-derecha


Y no estaría nada mal si aún creyésemos en los cuentos de hadas.
La ruptura de tal dicotomía supondría que una de las partes en discordia habría sido derrotada en una hipotética batalla, asumiendo por fuerza como propios los principios de la otra; o que esta habría incorporado, deglutido, fagotizado, con mayor o menor violencia (dialéctica, claro) a la primera, digo yo. Lo cual sería mucho suponer. Por lo pronto, que existen dos ideologías enfrentadas que defienden dos formas antagónicas, contrapuestas o simplemente diferentes de entender la vida política o la cosa pública.

Resulta tentador dejarse llevar por aquello de la muerte de las ideologías. Ya metió la pata hasta el fondo Fukuyama cuando sentenció el fin de la historia ante los despojos de la Unión Soviética: una vez desaparecido el comunismo, nos convertiríamos todos, de la noche a la mañana y como por ensalmo, en liberales.

Craso error

Considero que existe hoy en día una ideología fuerte que imprime su huella en todas las facetas de la vida, incluido el lenguaje. Está por encima de partidos políticos, colectivos, asociaciones y movimientos espontáneos, como si se tratara de una religión exclusiva y excluyente, siendo capaz de condenar al ostracismo a todo aquel que ose cuestionar sus postulados. La fuerza de esta ideología no le viene únicamente de la pusilanimidad de la que tiene enfrente (que ni está, ni se la espera), sino también de la ausencia total de otro pensamiento que no se avergüence de su entidad intelectual y de aquellos que lo han intentado poner en práctica. Me estoy refiriendo a la Social-Democracia. Te equivocaste, Fukuyama: ¡El comunismo ha muerto. Viva la Social Democracia!

            Aquellos que se podían oponer a la Democracia Social han renunciado a ejercer cualquier derecho de propuesta, con lo cual han firmado su propia sentencia de muerte intelectual y civil, al transformar, la ideología potente, las virtudes de la débil no solo en defectos, sino también en causantes de todos los males que en el pasado, presente y futuro hayan podido o puedan aquejar a la humanidad. Del mismo modo que las crisis económicas, provocadas por las erradas prácticas reguladoras socialdemócratas desde 1929 hasta aquí, siempre serán cargadas en la cuenta de sus enemigos (que no adversarios) políticos, que incorporan una versión más o menos edulcorada del credo socialdemócrata, repitiendo sus mantras a la espera de que caiga en sus manos el poder en virtud del mal entendido turno pacífico. Dese luego, la esquizofrenia está servida: practican la democracia social cuando asumen el poder, al mismo tiempo que hacen profesión de fe liberal…

¡Qué bonito! Ya somos todos buenos. Las broncas en las que nos hemos enfangado durante doscientos años han sido superadas porque, !voilá!, hemos descubierto y diagnosticado la enfermedad del sistema. ¿Cuál es esa patología? Muy sencillo: el dinero y todo lo que ello conlleva: la propiedad, el comercio y el libre movimiento de ideas, personas y mercancías, es decir: el Liberalismo (Capitalismo) o, como ellos suelen llamarle, en su afán por adjetivar lo obvio, neoliberalismo, ultraliberalismo, pisoteando, de paso, el concepto de libertad


La revolución pendiente y Serrat en 1993


¿Y el papel del movimiento 15M? Aunque parezca paradójico, lo que nos contaban que se había gestado como un torpedo contra la línea de flotación del sistema, ha resultado ser su mejor salvavidas, al reclamar una profundización en las políticas de izquierdas como única salida a la crisis económica, o acusando de la misma a instituciones como el FMI que, al ser hechuras de los gobiernos-bancos centrales, tienen de liberal lo mismo que yo de escandinavo…
Más que papel papelón. Me recuerda a los lamentos de los falangistas cuando dejaron de ser útiles en el proyecto de Franco para su Nuevo Estado y reclamaban le revolución pendiente. O, más recientemente (1993) cuando Joan Manuel Serrat gritaba en un escenario algo así como: “Dicen que si gana el PSOE tendremos más de lo mismo. Pues sí, yo digo: quiero más de lo mismo”. Efectivamente, mucho más de lo mismo es lo que reclaman los indignados.

jueves, 16 de junio de 2011

Héroes del Silencio. La sirena varada




Aunque no deja de ser un tópico, resultan extraños los mecanismos de que se sirve la memoria para clasificar los recuerdos o para invocarlos. Un olor, un sabor, una luz especial, o una melodía son suficientes para dar la señal de salida a ciertas vivencias que se agolpan desordenadas y sin freno, hasta morir en el silencio o abrir el espacio de una conversación. Sí, admito que es un lugar muy transitado

Desconozco los motivos, pero al indagar los “primeros principios” o de dónde surgió mi afición por este grupo aragonés, me viene a la cabeza un compañero de la facultad, a quien solía acercar a Moncloa en la moto, y cuyo nombre se me escapa por completo; y una imagen: los dos sentados en las escaleras del Filosofía B sacando un disco de su funda. Sería 1988, y quiero creer que él también se emocionaba al escuchar Héroe de leyenda, el primer éxito de Héroes del silencio

Siempre en la oscuridad
la voz no tiene sentido
el silencio lo es todo
héroe en su propio olvido

Hoy veo un no sé qué de blandenguería en aquellas letras, pero con 20 años los sentimientos tienden a magnificarse, como es natural. Eran los años de la grandilocuencia, fruto de una adolescencia más bien iletrada y ayuna de una educación lírica de cierta envergadura que, una o dos generaciones antes, nos habría preparado a afrontar la veintena libres de tales arrobos. Confieso que me seducían esos versos que no tenían principio, fin y, a veces, sentido alguno:


siempre acompañados de una música que no podíamos encasillar ni en el puro rock ni en el pop menos light a que estábamos acostumbrados, así como de una puesta en escena aliñada con cierto estilo a medio camino del enfant terrible cabreado con el mundo entero, una estética levemente gótica, suavemente heavy... En fin, una empanada de primera magnitud que me hacía asociar esas letras de Enrique Bunbury con el Rimbaud de "Una temporada en el infierno":

¿Debido a qué crimen, debido a qué error merecí mi actual debilidad?

Así me (nos) las gastaba (mos) por entonces.
Luego llegó el segundo trabajo. 1990. En enero de ese año estaba haciendo la mili en el CIR Santa Ana (Cáceres), y nuestra compañía (la segunda) se despertaba a diario, no sé muy bien porqué, con Entre dos tierras

Pierdes la fe, cualquier esperanza es vana, no sé qué creer


Deprimía bastante, todo hay que decirlo, vestirte a toda prisa y formar, todavía de noche, entre los barracones, con la cancioncita de marras rondándote por la cabeza. Sin embargo, en contra de lo que pudiera parecer, no le cogí manía, aunque sí es cierto que poco a poco fui perdiendo el primer entusiasmo y, de hecho, solo compré sus dos primeros discos, aparte del maxi que le enseñé a mi amigo en las escaleras de la facultad. A sus siguientes trabajos no les presté demasiada atención hasta que, no hace mucho, me hice con un recopilatorio que encontré de oferta y…

La sirena varada ("El espíritu del vino", 1993)

Ahí estaba. Era una de esas canciones que tienen la rara virtud de atraparte en cuanto te tropiezas con ellas y las escuchas una y otra vez sin llegar al hartazgo.


La letra, como nos tienen acostumbrados, bastante extraña, inquietante, surrealista. En algún lugar leí que era el resultado de una ingesta desaforada de alucinógenos fruto de un viaje por oriente [sic]. Puede que sea cierto, pero parece un flipe demasiado elaborado. Luego está la querencia a mezclar la vigilia y el sueño, lo onírico y lo real, que tan buenos resultados ha dado en el arte, en general, y en la literatura en particular. Pero, sin perjuicio de su corrección formal, tampoco satisface del todo esta interpretación. Si nos centramos en la literatura, encontramos una obra de teatro de Alejandro Casona, de la que toma el título esta canción, que obtuvo en 1933 el Premio “Lope de Vega” y que fue la consagración de su autor. En su momento fue merecedora de duras críticas porque, tal y como estaban las cosas, presentaba la fantasía como evasión de una realidad que había que transformar, no eludir. Ahora encaja todo. La frontera de los nombres, el afán de los protagonistas de no llamarse por sus propios nombres para mantener así intacta la ilusión de la “República de hombres libres” que Ricardo, el protagonista, pretendía instaurar en el viejo caserón; el simbolismo del mar y de las algas enmarañadas, imagen de una relación complicada, la del protagonista y Sirena (María), que no hacen otra cosa que huir de la realidad; la violencia a la que someten a Sirena aprovechándose de su locura; en definitiva, la decepción que supone la vuelta a la realidad.

Y me he enredado siempre entre algas,
maraña contra los dedos
Cierras la madeja
con el fastidio del destino
y el mordisco lo dan otros
encías ensangrentadas
y miradas de criminales, a grandes rasgo
podrías ser tú.
Echar el ancla a babor
y de un extremo la argolla
y del otro tu corazón
mientras tanto, te sangra;
y el mendigo siempre a tu lado
tu compañero de viaje
Cuando las estrellas se apaguen,
tarde o temprano, también vendrás tú
Duerme un poco más
los párpados no aguantan ya
luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar
Sirena vuelve al mar
varada por la realidad
Sufrir de alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar
Dedicarte un sueño
cerrar los ojos
y sentir oscuridad inmensa,
entregado a una luz,
como un laberinto de incertidumbre
Esquivas la pesadilla
y sobrevolar el cansancio
y en un instante, en tierra otra vez
El miedo a traspasar la frontera
de los nombres, como un extraño
dibuja la espiral de la derrota
y oscurece tantos halagos.
Sol, en la memoria que se va
Y duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya.
Luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar.
Sirena vuelve al mar
varada por la realidad.
Sufrir de alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar
(Enrique Bunbury).



lunes, 13 de junio de 2011

Ayn Rand. Su lado oscuro

Hay una faceta en el pensamiento de Ayn Rand que se escapa a toda lógica, dando al traste con una filosofía que se podría calificar de impecable. Me refiero a su inamovible postura a favor del aborto libre. Siempre que me he tropezado con alusiones a sus ideas sobre este asunto, he preferido mirar hacia otro lado, sin detenerme a escuchar semejantes manifestaciones, hasta que hace poco me detuve en unas declaraciones suyas que se pueden ver en YouTube. En ellas defiende contra viento y marea el derecho incuestonable de la mujer en disponer de su propia vida en todo momento, incluso cuando decide "interrumpir" su embarazo. Eso es llevar hasta sus últimas y delirantes consecuencias el concepto de libertad, que solo matiza un poco, y con cierta ironía no carente de humor, todo hay que decirlo, en el caso del suicidio.
Si aceptamos, con ella, que la violencia solo se justifica como reacción a una agresión previa; que solo tiene validez lo real, lo que es, que es la única materia sobre la que puede trabajar la razón, la sola fuente de conocimiento y que, por lo tanto, hay que huir de la contradicción como del fuego, debemos asumir que esta defensa a ultranza de una de las mayores barbaridades cometidas por el hombre no tiene justificación alguna.
Ella, como tantos otros ahora y siempre, arguye que el feto-embrión-cigoto o como queramos llamarlo no tiene vida, no es una entidad, ni siente ni padece y, por lo tanto, podemos deshacernos de él como si de un quistecillo se tratara. Primera contradicción: lo que es es, y lo que no es nunca podrá llegar a ser. ¿Cómo es posible que lo que sea en un momento dado proceda de un no-ser? Creo que una piedra nunca podrá llegar a ser un árbol...
Ayn Rand expone magistralmente que la violencia solo se puede justificar cuando responde a una agresión previa no suscitada. Cita el caso de aquella persona que, al ser violentada y al sentir su vida en peligro, asesina al ladrón en legítima defensa. Concluye que el ladrón, al intentar matar a su víctima, obtendría un beneficio: el botín, pero el agredido no sacaría ningún provecho al asesinar al criminal, salvo su propia vida. Segunda contradicción: en el caso del aborto la madre obtiene un beneficio (no ver modificadas o pospuestas sus expectativas y proyectos de vida), pisoteando los derechos de otro (el principal: su vida, puesto que es) que ni siquiera es capaz de defenderse.
Considero que no es necesario traer otro tipo de argumentos, ya sean de tipo trascendente o de naturaleza biológica, que los hay y de muchísimo peso, pues mi caso no era hacer una crítica al aborto, si no al empecinamiento de Ayn Rand en una cuestión que no ha hecho más que sustraer seguidores a una filosofía muy necesaria hoy en día, aunque haya ganado para su causa a un buen número de hedonistas de toda laya, denunciados por ella en su momento, que han desvirtuado el cuerpo de su doctrina.

viernes, 10 de junio de 2011

Jorge Berlanga (1958-2011). In memoriam

"Jorge Berlanga hace más que cualquiera sin perder el dandismo de no hacer nada" (Francisco Umbral)



Me entero por "Libertad Digital" de la muerte del escritor-periodista Jorge Berlanga. Como sigo sin manejar muy bien esto de las redes sociales he opinado sobre la noticia y escrito un par de palabras que no sé si aparecerán, pero que, como aquello de las cerezas, ha hecho que me vengan a la cabeza un montón de recuerdos que darían para abrir una línea de posts.
De momento, aquel suplemento magnífico del ABC de los 80, "Gente y aparte", donde junto a los artículos de Alaska, Auserón, Jorge Berlanga, y los dibujos glamourosos de su hermano Carlos (!otra pérdida...!), se podía leer a muchos de los protagonistas de la dichosa movida. Era gente nueva, muy, muy  joven y que, curiosamente sabía escribir. No habían luchado contra Franco, ni protagonizado protestas en teatros de París, ni hecho profesión de fe política alguna, como tampoco se habían distinguido en la oposición a las dictaduras de América del Sur (Chile, Argentina...) ni habían apoyado, al menos abiertamente, a ningún partido político español. Repito, eran un poco, solo un poco, mayores que yo y escribían, sin complejos, en un medio conservador al que le estaba lavando la cara LM Ansón. Mi padre me encuadernaba esos suplementos, así como el ABC Cultural de Blanca Berasategui. De vez en cuando me gusta echarles un vistazo, su papel áspero y amarillento, pero ahora no los tengo aquí delante para rescatar algún texto.
Luego estaban sus columnas de opinión, siempre elegantes, escritas con un estilo muy personal y novedoso, un poco británico.
Descanse en paz

martes, 7 de junio de 2011

Indignación versus resignación. Sobre el movimiento 15-M

Hace cosa de un mes saltó a los medios un movimiento social encabezado por una plataforma denominada "Democracia real ya!" que, lógicamente, levantó muchas expectativas. Por fin un numeroso grupo de personas, cansadas (indignadas) por el abismo al que se abocaba la economía española, sumida en un marasmo de difícil salida, parecía despertar del letargo para poner manos a la obra y plantear soluciones tan drásticas como necesarias. La juventud y formación de que hacían gala sus integrantes garantizaban, cómo no, el éxito de la empresa, animando la curiosidad de aquellos que ya no esperaban nada de los que, de una manera u otra, habían sido incapaces de sacar a España de la crisis o de, al menos, suavizar sus efectos.

Jóvenes que no habían accedido todavía al mercado laboral, o que no percibían un salario adecuado, con estudios universitarios, con conciencia de generación, conocimiento de otras realidades, conectados y agitados por las redes sociales..., expresaban sus protestas hacia un sistema que no les tenía en cuenta. Sin hacer distingos (ma non troppo) entre partidos e ideologías políticas, exigían una profunda reforma de la democracia (refundación de la democracia, decían) y se organizaban en comisiones y asambleas para debatir a diario todos los aspectos de la vida social, económica, política y cultural del país.
Un movimiento de semejantes características resultaba enormemente atractivo, por lo que los medios se ocuparon de su difusión, para denigrarlo o ensalzarlo, pedir su disolución o animar su continuidad y extensión, y no había periódico, radio o televisión que no reservara un espacio más o menos largo para recoger las propuestas del día.

Hasta aquí nada que objetar. Y a simple vista, los primeros puntos de su ideario no hacía más que reforzar la impresión inicial: desde la eliminación de los privilegios de la clase política, pasando por la reducción del desempleo, el impulso de las libertades ciudadanas y la democracia participativa hasta la exigencia de unos servicios públicos de calidad, cualquiera en su sano juicio lo firmaría con los ojos cerrados.
Los cuatro puntos restantes, arruinan toda tentativa de concederle un mínimo de seriedad al cotarro
Vayamos por partes:
Hablar del derecho a la vivienda (se les olvidó el calificativo de digna), es una entelequia. ¿El Estado debe proporcionarnos a todos una vivienda (digna)? ¿Con qué dinero? ¿Qué es digno? ¿Lo que es digno para mí lo es para ti? De ahí a la multiplicación de los panes y los peces solo hay un paso. Luego está el control de los bancos: ¿los nacionalizamos y ponemos sus recursos en manos de unos gobiernos caracterizados por su buen hacer?; el aumento de los tipos impositivos (a los ricos, claro; pero.. ¿quén es rico?, ¿dónde ponemos la frontera?), con la recuperación del impuesto sobre el patrimonio (!la hidra de la propiedad privada, que no cesa!) y la adopción de una tasa a las transacciones internacionales; y el inevitable "haz el amor y no la guerra" en un mundo donde reina la paz y la armonía fraternal entre los pueblos: la reducción del gasto militar.
No digo nada de recuperar el "derecho a soñar", de la retirada simbólica de 155 euros (15-5) de los cajeros el 30 de mayo (los malvados bancos tienen acogotado a un Estado cada vez más débil, enclenque y acobardado), la marcha hacia Madrid prevista para el 17 de julio (¿por qué no 18?) y otras iniciativas de gran calado que seguro se me escapan....
Poco importa quién ande detrás de todo esto, pues no dudo que alguien mueve los hilos. Lo que me preocupa realmente es comprobar que un happening como este, a simple vista "antisistema", resulte ser lo más pro-sistema que se haya visto los últimos años. Me explico:
 1. No se cuestionan los fundamentos del Estado tal como hoy lo conocemos. De nada vale suspirar por  una reforma de la ley electoral cuando el mal reside precisamente en unos partidos convertidos en cuerpos burocráticos desde que participan de las subvenciones del Estado en función del número de votos recibidos en las urnas. Lo mismo sucede con sindicatos y patronal. Ningún indignado ha reclamado que partidos, sindicatos y confederaciones de empresarios se financien únicamente con las cuotas de sus afiliados
2. Tampoco se denuncia la intervención descarada de la política en la economía, como sí se protestó en su momento, con toda lógica, por la manipulación por parte de la Iglesia de competencias (la educación, por ejemplo) que se creían exclusividad del Estado. Las "políticas de estímulo de la economía", premiando el consumo o el ahorro según le plazca al gobierno de turno, proponiendo y ejecutando fusiones bancarias, financiando expedientes de regulación de empleo, colocando a políticos al frente de las cajas, etc..han demostrado ser letales. Ningún indignado ha reclamado la separación radical entre la economía y la política
3. Se abomina de la iniciativa individual. Tan es así, que la remota posibilidad de que la persona recupere la autonomía en ciertas parcelas de su vida parece provocarles sarpullido. De ahí la exigencia de aumento de la presión fiscal, que el ciudadano disponga de cada vez menos capital para costear como mejor le plazca (responsabilidad) su educación, sus cuidados sanitarios o la seguridad en su vejez. No he oído a ningún indignado reclamar una drástica reducción de la presión fiscal
4. Se omite cualquier alusión a la libertad y a los derechos fundamentales. Eso sí, insisten en las libertades ciudadanas (¿cuántas? ¿3, 18?) y en la multiplicación de los derechos (a soñar, vivienda y salario dignos...). Curiosamente, y sucede lo mismo con el título de la plataforma (Democracia real), cuanto más se adjetiva un sustantivo, más se vacía este de significado. Pensemos en las democracias populares o en nuestra gloriosa democracia orgánica... Otro tanto sucede cuando los gobiernos se dedican a extender los derechos, unos derechos que no emanan de ellos y sobre los que no deberían ejercer ninguna autoridad que no fuera protegerlos de toda agresión.  Soslayan que derechos hay básicamente tres: derecho a la vida, a la libertad (de expresión, de movimientos, asociación...) y a la propiedad privada, siendo este el único que da sentido a los otros dos. Tampoco se ha manifestado ningún indignado por la devolución al individuo de los derechos y la libertad usurpada por el Estado
Evidentemente, y es muy probable que no exista intención en ello, tales manifestaciones no hacen más que afianzar a un Estado (y no me refiero solo a España) que no ha sido nunca tan poderoso como en la actualidad, pues jamás ha tenido en sus manos tantísimos recursos y una población tan encantada con refrendar cada cuatro años los despropósitos, apaños y tejemanejes que unos y otros encierran en sus programas electorales. Las protestas están perfectamente canalizadas y poco importa que la permanencia de los campamentos en el centro de las ciudades perjudique gravemente los intereses de comerciantes y vecinos que, estos sí, ven mermados gravemente sus derechos ante la pasividad de las autoridades que renuncian a su deber de defenderlos. La protesta se perpetra dentro del sistema, como las huelgas generales que lejos de dañar a un gobierno, hacen la vida un poquito más difícil a la gente.
Frente al derecho a la indignación, solo nos queda el derecho a la resignación.

domingo, 5 de junio de 2011

Ética objetivista

En una reunión celebrada hacia 1961 en la Universidad de Wisconsin, donde se debatía sobre la ética de nuestro tiempo, Ayn Rand pronunció una conferencia, La ética objetivista, de lectura obligada para desbaratar las opiniones de sus críticos, valorar el “radicalismo” de la filosofía que subyace a “La rebelión de Atlas” (y al resto de su obra de ficción) y replantearse los postulados sobre los que se asienta el mundo actual.
Partiendo de la definición de moral como código de valores que guía las elecciones y acciones del hombre y de ética como ciencia encargada de descubrir y definir dicho código, la autora, siguiendo un método expositivo muy académico, se adentra en la teoría del conocimiento, el proceso de conceptualización y de pensamiento, para llegar al meollo del asunto, su propuesta de ética.

El valor máximo, el patrón de valor de la ética objetivista es la vida humana, que precisa otros tres valores cardinales para su conservación: Razón, Propósito y Autoestima, acompañados de sus tres virtudes correspondientes: Racionalidad, Productividad y Orgullo. Trabajo productivo como propósito esencial del hombre que tiene su fundamento en la razón y en el orgullo el resultado.

Si el hombre acepta la realidad como fuente de conocimiento tiene que basar su vida, necesariamente, en la Razón, elaborando sus propios juicios (Independencia), sin sacrificar sus convicciones a las opiniones o deseos de los demás (Integridad), sin falsear la realidad (Honestidad) y sin buscar o conceder lo no ganado o inmerecido (Justicia). La virtud del Orgullo, o ambición moral, significa que “uno ha de ganarse el derecho de considerarse a si mismo como el valor máximo, al lograr la propia perfección moral… rehusar desempeñar el rol de animal sacrificable… rechazar cualquier doctrina que predique la autoinmolación como virtud o deber moral”
Siendo la vida un fin en si misma, todo ser humano es un fin en si mismo y no el medio para los fines o el bienestar de los otros:

“El hombre debe vivir para su propio provecho, sin sacrificarse por los demás y sin sacrificar a los demás para su beneficio. Vivir para su propio provecho significa que el propósito moral más elevado del hombre es el logro de su propia felicidad

La felicidad es el estado de conciencia alcanzado por los logros de los propios valores, no por la consecución de los caprichos emocionales, ya que las emociones no son herramientas de conocimiento. Aquí es donde patinan los críticos de A. Rand; ella denuncia la falsedad inherente al hedonismo, pues este predica que el valor correcto es aquel que nos proporciona placer, lo cual no deja de ser una abdicación intelectual y filosófica, pues no hace más que instar a los hombres a actuar al azar. Los que han pretendido diseñar un código supuestamente racional de ética, solo han proporcionado al hombre una elección entre dos caprichos: la persecución egoísta de los propios caprichos (Nietzsche) o el servicio desinteresado a los caprichos de los demás (Bentham, Mill, Comte y otros hedonistas sociales).

Al convertir un deseo en un principio ético y su satisfacción en una meta, a los hombres no les quedará más salida que odiar, temer y luchar los unos contra los otros porque, inevitablemente, sus intereses chocarán, teniendo la misma validez el interés de un hombre por producir que el de otro por robarle…, quedando como única alternativa ética el sadismo o el masoquismo:

“El canibalismo moral de todas las doctrinas hedonistas y altruistas reside en la premisa de que la felicidad de un hombre necesariamente requiere que otro sea perjudicado. Hoy en día la mayoría de la gente sostiene esta premisa como un absoluto que no habrá de cuestionarse”

Muy al contrario, hablando de intereses racionales, no puede haber conflicto entre hombres que no desean lo que no han ganado, que no hacen sacrificios ni los aceptan, y que se relacionan entre si como comerciantes que entregan un valor por cada valor recibido:

“El principio de intercambio comercial es el único principio ético racional para todas las relaciones humanas, personales y sociales, privadas y públicas, espirituales y materiales. Es el principio de justicia

Así, amor, amistad, respeto y admiración son las reacciones que suscitan (o el pago que efectúa un hombre por) las virtudes de otro.

Si la ética objetivista tiene en la realidad su materia prima, en la razón su herramienta y en la vida del hombre su máximo valor, ¿qué es de las otras éticas? Rand identifica y localiza en el tiempo (monumento existencial, brillante expresión) otras tres tipologías:

a)      La ética mística, que responde a leyes de otra dimensión (sobrenatural). Las “épocas oscuras y la edad media” son los monumentos existenciales de esta teoría ética.
b)      En la ética social se sustituye a Dios por la Sociedad, poniendo el acento en una entidad incorpórea (lo colectivo) que, en lo que se refiere a cada individuo, está conformado por todos los demás excepto él. El hombre se convierte en un esclavo caritativo sin individualidad, sin voz y sin derechos, sometido a las necesidades, reclamos y demandas de los demás. “El dicho según el cual “los perros se devoran entre sí” (para referirse a una competencia despiadada) no es aplicable al capitalismo ni a los perros, pero sí a la teoría ética social”. Los monumentos existenciales de este tipo de ética los encontramos en la Alemania nazi y la Rusia soviética.
c)       La ética subjetivista es, realmente, una negación de la ética al negar toda existencia. Predica que el hombre no necesita principios de acción objetivos, siendo correcta cualquier decisión sobre lo bueno o lo malo, siempre y cuando se actúe con impunidad. Es el reino de la arbitrariedad y el relativismo, tan en boga en la cultura actual.

Ahora cobra sentido la definición de egoísmo tomada de diccionarios ingleses y aceptada por A. Rand (preocupación por los intereses personales) y el desenmascaramiento que efectúa nuestra autora del concepto de altruismo, ya que si este declara que toda acción dirigida al beneficio de los demás es buena, y aquella realizada en beneficio propio es mala, el hombre acaba viviendo en una espantosa mezcla de cinismo y culpa: cinismo, porque ni practica ni acepta la moral altruista, y culpa porque no se atreve a rechazarla