La conciencia del paso del ecuador de la vida suele propiciar cierta labor de recapitulación: reordenar recuerdos y finalizar aquellas labores pendientes que hemos ido demorando. Esto no es lo mismo que "preparar el equipaje"; más bien es echar un vistazo al sendero que dejamos atrás, para no olvidar los paisajes, las curvas, los ascensos y descensos, los olores, colores y sonidos, y así afrontar con brío el camino que nos aguarda.
Porque 25 años son muchos años y pasamos los días deshaciéndonos del lastre que cargamos en nuestras espaldas para aligerar así la singladura. ¿Cuántos habrá que lleguen a la meta sin nada que presentar?, ¿qué gesto de sorpresa se dibujará en su rostro cuando alguien les pregunte: qué fue de tu vida?
Cuando obviamos el pasado dándolo por finiquitado; cuando nos abandonamos a un presente que solo nos permite tramitar el quehacer diario para adelantarnos a un futuro más o menos inmediato; o cuando nos consumimos en una nostalgia enfermiza por unos días que ya no volverán... siempre hay algo que perdemos o que dejamos de ganar. Porque la vida plena es una mezcla extraña de esas tres emociones y si nos movemos por el impulso de una sola de ellas, nos convertiremos en seres incompletos e insatisfechos.
De cualquier forma, permanece esa gente con la que compartimos años cruciales de formación en todos los sentidos. Y aunque atrás quedó la adolescencia con sus momentos convulsos y desenfocados, y los años transcurridos hasta hoy han volcado varias capas de polvo sobre aquellas fotos, desfigurando la memoria y difuminando las imágenes, no está mal hacer una parada de vez en cuando en el camino para organizar un reencuentro, comprobar con satisfacción que aun nos reconocemos y que el olvido todavía no ha echado raíces, y preguntarnos: ¿qué fue de nuestra vida?
Muchas gracias a todos por estar alli: David F., Susana, Virginias, Carmina, "Bolas", Fernando C., Haydée, Chicho, Almudena, Mario C..... A aquellos con los que no pudimos coincidir: Ernesto, Ramod, ... A quienes habrían querido estar, pero no pudieron: Bernardo, Arturo, Andrés, Pepe A., Ramón... En fin, a los que se fueron y todos tenemos en algún lugar del corazón.
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