Mucho se ha hablado de la extensión de derechos. El mismo Zapatero se ha jactado en más de una ocasión de la multiplicación de derechos y la profundización en la democracia que ha propiciado durante su mandato; también ha declarado que es un hombre de numerosos principios. Y, seamos honrados, ciertamente, no le falta razón, siempre y cuando tengamos meridianamente claro qué entiende el régimen actual por derechos, por democracia, y por principios; y cómo una Constitución (la de 1978 u otra cualquiera) no es más que un marco de referencia y una declaración de intenciones.
Pero tampoco debemos hacer leña con Rodríguez. El gobierno actual no se entendería sin los gobiernos anteriores de UCD, PSOE o PP. Caer en el adanismo es un recurso fácil pero, a la larga, de dudosa solvencia: Zapatero no es el crisol de todos los males ni el receptáculo de la bondad universal. No deja de ser un producto de su tiempo. Y este gobierno travestido de régimen no es el fruto de la voluntad de joseles, bibianas, leires ni rubalcabas. De ser así, la solución de los problemas que nos acucian no sería muy complicada. Más bien es el resultado perverso de los tejemanejes y apaños a los que se han dedicado los partidos, sindicatos, banca y otras instituciones (medios de comunicación y la Iglesia, por ejemplo) para, bajo el amparo de la "Carta Magna" (que tanto vale para un roto como para un descosido, para un principio y su contrario), hacer mangas y capirotes de la gestión de unos caudales, los nuestros, para la cual no están mínimamente preparados.
Tales apaños, en forma de pirueta, serían, en esencia:
Primera pirueta. Creación de más de una decena de estaditos de la Señorita Pepis, dando carta de naturaleza a los nacionalismos, no se vayan a ofender, en un sistema democrático que se suponía liberal, en el que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, y bla bla bla...
Segunda pirueta. Financiar con cargo a los presupuestos generales del Estado a partidos políticos, sindicatos y patronal. Así, todos contentos, atados, bien atados y con sueldos vitalicios y demás canonjías
Tercera pirueta. Considerar constitucional a una Monarquía (intrínseca contradicción) cuyo jefe fue nombrado sucesor por Franco, sin un valor más allá del facial, con una vida francamente regalada, y con el certificado de nacimiento como unica justificación del puesto que ocupa. Es decir, algo completamente racional, moderno y, una vez más, liberal
Cuarta pirueta. Manipulación descarada de la realidad pasada y presente mediante el adoctrinamiento (TV y demás medios) y la falsificación histórica (educación) con las miras puestas en la disolución de las pocas referencias que le puedan quedar a la gente, para estimular y avivar lo que nos diferencia más que potenciar lo que nos une.
Este plan de dominio necesita para su "implementación" la eliminación de aquellos principios que fortalecen al individuo, al unirlo estrechamente a la realidad y a la razón, pues son de estricto sentido común, mediante el bombardeo sistemático con las decenas de derechos que se escapan a toda lógica, pues para cumplirlos habría que eliminar varios artículos del código penal relacinados con el robo.
Solo es una labor de zapa (no hay juego de palabras), lenta pero tremendamente eficaz:
Todos tenemos derecho a una vivienda digna
Todos tenemos derecho a un salario digno
Todos tenemos derecho a una educación de calidad (y gratuita)
Todos tenemos derecho a una sanidad de calidad (y gratuita)
Todos tenemos derecho a una vejez digna y viajada, pues para eso hemos trabajado
Todos tenemos derecho a una muerte digna
Todas tenemos derecho a "interrumpir" el embarazo.... (con dignidad, claro)
La cuestión es eludir el derecho fundamental, que es el derecho inviolable a la propiedad (y a su máximo exponente: la propia vida), como único garante de la libertad individual, ya que permite:
El desarrollo de nuestras capacidades adquiridas por el conocimiento, por el libre intercambio de ideas con otros individuos.
Disfrutar el fruto de nuestro trabajo sin pagar peajes indebidos y obligatorios a terceros
Organizar nuestra propia vida de acuerdo con un plan personal, no unas directrices dictadas por otros, eligiendo entre todas las alternativas que se nos presentan, la más adecuada a nuestros intereses, siendo los únicos responsables de los aciertos y errores consecutivos a dicha decisión
Por lo tanto, si eliminamos del discurso el derecho a la propiedad, que se manifiesta en otros dos derechos: la libertad y la vida, abrimos el camino a los saqueadores de cualquier pelaje que llevan campando por sus respetos en las instituciones desde hace más de 30 años.
En consecuencia, a mayor número de derechos, menor grado de libertad
Todas tenemos derecho a "interrumpir" el embarazo.... (con dignidad, claro)
La cuestión es eludir el derecho fundamental, que es el derecho inviolable a la propiedad (y a su máximo exponente: la propia vida), como único garante de la libertad individual, ya que permite:
El desarrollo de nuestras capacidades adquiridas por el conocimiento, por el libre intercambio de ideas con otros individuos.
Disfrutar el fruto de nuestro trabajo sin pagar peajes indebidos y obligatorios a terceros
Organizar nuestra propia vida de acuerdo con un plan personal, no unas directrices dictadas por otros, eligiendo entre todas las alternativas que se nos presentan, la más adecuada a nuestros intereses, siendo los únicos responsables de los aciertos y errores consecutivos a dicha decisión
Por lo tanto, si eliminamos del discurso el derecho a la propiedad, que se manifiesta en otros dos derechos: la libertad y la vida, abrimos el camino a los saqueadores de cualquier pelaje que llevan campando por sus respetos en las instituciones desde hace más de 30 años.
En consecuencia, a mayor número de derechos, menor grado de libertad
9 comentarios:
Implícitamente, la democracia está basada en el supuesto de que todos los ciudadanos están plenamente informados de lo que concierne a sus intereses. Pero ninguna democracia se esfuerza por conseguir que no falle ese supuesto (aunque hay grados). Así, las elecciones resultan ser representativas de una población desinformada, y Rodríguez no es más que un resultado de esa situación. Probablemente, la cosa no se arreglaría ni con listas abiertas. Para mí, la educación es la clave de todas las sociedades, y la democracia debería medirse en unidades de distancia a Atapuerca.
Ahora estoy leyendo "El conocimiento inútil", de Revel, que toca el asunto que traes a colación. Efectivamente, en la actualidad, cuando podemos decir que fluye mas cantidad de información; cuando el ciudadano que así lo quiera tiene acceso a todos los datos necesarios para su toma de decisiones, la "tendencia totalitaria" de los gobernantes encuentra su campo de acción en el terreno de la educación. Repito que Rodríguez no es nadie, y dudo mucho que otro político actuara, sustancialmente, de otra manera. Desde luego, es un asunto que me apasiona especialmente.
Es cierto que es una pena (y poco liberal) que el Rey sea el rey de España... pero la opción de que haya como máximo representante de España un Zapatero (por ser votado por 11 millones de subnorm...) me pone los pelos de punta.
Estoy de acuerdo contigo en muchas cosas, sobre todo en lo esencial, los derechos son individuales, o no son. No existen los derechos de los pueblos o de las naciones, algo con lo que el nacionalismo progre se ha encargado de bombardearnos sin parar desde hace 30 años y la educación se ha ocupado de perpetuar...(no hay más que hojear los libros de Historia de cualquier editorial), lo que no termino de entender es la razón de tus críticas a la Iglesia..Otro asunto Rodríguez no es el resultado de su época, en mi opinión es el fruto de una historia de España donde la izquierda (la que sea, incluso la de Rodríuez está hiperlegitimada...
Bienvenida, Marina. Critico a la Iglesia en su condición de copartícipe en la "redistribución del botín", tal como se entiende la economía en un Estado socialdemócrata. Me explico. Al prestar una serie de servicios que el Estado no es capaz de atender (comedores, asistencia a enfermos de todo tipo...) los gobiernos deberían aplicarle los beneficios fiscales que ambas partes consideren oportunos, teniendo en cuenta las propiedades que posee y fuesen objeto de tributo. Por lo demás, si criticamos las subvenciones que reciben los partidos, sindicatos y patronales, no seria justo no hacer lo mismo con la Iglesia, que deberíamos sostener los creyentes con nuestras aportaciones. Creo que es la única forma de defender y salvaguardar su libertad e independencia. Luego tenemos la, para mi poco acertada, política educativa de los centros subvencionados que, si por una parte se mantienen con el dinero de todos, por otra el acceso a los mismos no es igual para todos, lo cual es, digamos, poco liberal y le obliga a seguir unos programas que en bastantes ocasiones choca con su propio ideario. ¿No seria mejor que todos los centros educativos fueran privados siendo el propio mercado el que regulara los precios a través de la competencia y la ley de la oferta y la demanda?
Hola, Anónimo, ¿te imaginas un Jefe del Estado al que se pudiera elegir cada 4 años? No me parece mala idea. Ademas, no tiene que ser necesariamente una república presidencialista, como Francia, Italia o Portugal...
Sin duda lo mejor sería que el estado redujera su papel al mínimo, en mi opinión, cuanto más estado hay menos libertad tiene el individuo...Pero yo no creo que la labor asistencial de la Iglesia forme parte de lo que tú llamas "redistribución del botín" del estado socialdemócrata...yo creo que la Iglesia está muy por encima de todo eso y que la idea de servir al otro forma parte del mensaje del cristianismo desde el principio de los tiempos...
Por lo que respecta a los centros concertados, mientras el estado se lleve una pasta de los contribuyentes vía impuestos, al menos recogemos parte de lo invertido...No es igual que las subvenciones a partidos y sindicatos, la Iglesia busca desde hace unos años la autofinanciación, su situación es completamente diferente,
Yo no he incluido la labor asistencial en el paquete de la "redistribución del botín", todo lo contrario. Es un trabajo que, de no realizar la Iglesia, no lo llevaría a cabo nadie, y es una de las cosas que engrandece a la institución. Lo que consideras un ataque, no es más que una defensa de la misma, de su independencia, autonomía y, una vez más, libertad. En lo que toca a la educación, a lo mejor me equivoco (de ser así, corrígeme), imagino que hace años los colegios no estaban subvencionados y la gente matricularía a sus hijos en centros públicos o en centros privados (laicos o confesionales)de acuerdo con sus intereses y preferencias. Benjamin Franklin decía que quien renunciara a parte de su libertad para conseguir seguridad, no se merecía ni la libertad ni la seguridad. Muchos tendríamos que aplicárnosla
Nacho Díaz-Delgado Peñas... me imagino "un Jefe del Estado al que se pudiera elegir cada 4 años", lo que significa que en 4 años debería chupar lo suficiente (o hacer los contactos para ello) para vivir el resto de su vida, enchufar a sus hijos, hermanos, tíos, etc
¿No conoces casos de este tipo en los políticos?
Es cierto que el Rey ha enchufado a los suyos, pero es más barato enchufar siempre a la misma familia que andar enchufando cada 4 años a una familia diferente... aunque sea más "igualitarior" lo segundo.
Seamos sinceros: si el presidente del gobierno fuera hereditario nos ahorraríamos pagar de por vida a Suárez, González, Aznar y ZP.... vamos un pastizal (aunque fuera poco democrático) y, sinceramente, a poco que fuera minimamente inteligente, sería mejor que este último: hablaría idiomas (sería fácil teniendo tiempo), más patriota (ya que no dependería de las votaciones), etc... Y que conste que no estoy por las dictaduras, ya que también, si es malo, podría ser muchísimo peor
Anónimo, yo considero que se escapa a un planteamiento racional la institución de la Monarquía. Si sobrevive en algunos paises es porque tiene alguna utilidad: es una figura en la que se sienten representados todos los ciudadanos, modera o suaviza de alguna manera las divergencias que se puedan suscitar, juega un bonito papel en el exterior y es querida por todos. Creo que ninguno de esos rasgos se pueden rastrear en nuestra, cada vez más extensa y onerosa, familia real. Lo que hace intocable a la institución hoy en día es el temor a su alternativa. Efectivamente, nuestras dos experiencias republicanas no han podido ser más indeseables, pero no creo que sea una razón suficiente para resignarnos con lo que tenemos. Lo que me temo es que este nuestro rey, siempre tan amigo y obsequioso con sus enemigos naturales, no va a recibir ningún apoyo de sus amigos tradicionales cuando las cosas vengan mal dadas. Y entonces tendremos que pagar todos la factura. Como siempre.
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